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EL PASO HACIA EL PARAÍSO: El Mérito Y La Virtud De Las Oraciones

EL PASO HACIA EL PARAÍSO
Dichos De Muhammad El Enviado De Dios
El-Imam Al-Nawawi
CAPÍTULO 162
El Mérito Y La Virtud De Las Oraciones

EL LIBRO DE LAS VIRTUDES

Dios -alabado sea- dice:
"Ciertamente, la plegaria preserva de la obscenidad y de lo que es reprobable". El Sagrado Corán (29:45)

578. Abu Huraira (que Dios esté complacido de él) narró: He oído al enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que decía: “¿Que os parecería si discurriera un río junto a vuestra puerta, en donde se baña uno cinco veces al día: acaso quedaría algo de su suciedad?" Dijeron: ¡Pues, de su suciedad, no quedaría nada!
Dijo: "Pues, éste es el ejemplo para las cinco oraciones diarias, con las cuales, Dios borrará todas las faltas".

579. Yaber (que Dios esté complacido de él) narró que el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Las cinco oraciones diarias son como un río corriente y abundante que pasa justo a vuestra puerta, en donde uno se baña cinco veces al día".

580. Ibn Mas’ud (que Dios esté complacido de él) narró que un hombre besó a una mujer y, por ello, fue a decírselo al Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él). Fue en aquellos días cuando fue revelado el siguiente versículo: "Practica la oración en los dos extremos del día así como en parte de la noche. Pues las buenas obras borrarán a las malas" Aquel hombre preguntó: ¿Acaso fue revelado para mí? Dijo: "Más bien, para toda mi nación".

581. U'zman Ibn A'fan (que Dios esté complacido de él) narró: He oído al Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que decía: "Para cualquier musulmán, cuando es la hora de llevar a cabo una oración obligatoria; hace correctamente su ablución y sus postraciones, con toda devoción, esta oración le será una penitencia de sus faltas que haya cometido desde la anterior oración, salvo que haya cometido un pecado grave; y así toda la vida".

Selección y Prologo: Prof. Dr. M.M Al-Azami
Traducción de texto: Ahmed M. Safi
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