El Verdadero Musulmán Cumple Con Los Preceptos Islámicos En Su Vida Conyugal
El verdadero musulmán cumple con el precepto islámico de tratar amablemente a su esposa. Las recomendaciones islámicas acerca de las mujeres y la manera en que el Islam estimula a los hombres a respetarlas son muy importantes.
El Islam recomienda a los hombres tratar bien a las mujeres, y les da a ellas una posición que nunca han disfrutado en cualquier otra religión. Vemos como el Profeta (B y P) amonestó a todos los hombres:
"Tratad bien a las mujeres, porque la mujer fue creada de una costilla. La parte más doblada es su cima. Si tratas de enderezarla la romperás, y si la dejas permanecerá doblada. Entonces tratad a las mujeres amablemente".[1]
Según un Ĥadîz transmitido por Al Bujâri y Muslim, él (B y P) dijo:
"La mujer es como una costilla: si intentas enderezarla la romperás, y si te relacionas con ella tendrán que hacerlo a pesar de ser arqueada".
Y según otro Ĥadîz transmitido por Muslim, él (B y P) dijo:
"La mujer fue creada de una costilla. Ella nunca se enderezará. Si te relacionas con ella, tendrás que hacerlo a pesar de ser arqueada, y si intentas enderezarla la romperás. Y romperla significa divorciarla".
Esta descripción dada por el Profeta (B y P) elocuentemente describe la realidad y la naturaleza de la mujer. Ella no permanecerá estable de la manera que su marido desea, pero el marido musulmán debe entender que ésta es su naturaleza, y así es como ella ha sido creada. Él no debe intentar enderezarla de la manera que está convencido que es correcta, sino que debe respetar su naturaleza femenina y debe aceptarla como Allah la hizo, teniendo en cuenta que "a pesar de ser arqueada" significa que ella no será como él lo desee en algunos aspectos. Si insiste en enderezarla y amoldarla a sus deseos, será como intentar enderezar una costilla torcida: se partirá en sus manos, y la ruptura de la mujer es el divorcio (es decir, el asunto acabará en el divorcio).
Cuando el marido musulmán sigue verdaderamente la guía del Profeta (B y P) basada en un entendimiento profundo de la psicología y naturaleza femenina, tolera los errores de su esposa y pasa por alto algunas de sus faltas, reconociendo que éstas son parte de su naturaleza. De esta manera el hogar conyugal esta seguro y tranquilo, libre de gritos o discusiones.
Podemos notar eso en el Ĥadîz citado anteriormente, donde el Profeta (B y P) empezó con las palabras "Tratad bien a las mujeres" y, después de analizar la naturaleza de la mujer, finalizó "Entonces tratad a las mujeres amablemente". ¡Qué significativa que era la preocupación del Profeta (B y P) por las mujeres, y qué profunda era su comprensión sobre su psicología! El marido musulmán sincero no tiene más opción que seguir esta guía, poniéndola en práctica en todo momento.
La preocupación del Profeta por las mujeres alcanzó tal magnitud que no se olvidó de recordarles a los musulmanes que las traten con amabilidad en su sermón de despedida (Jutbah Al Uadâ‘). Ésta es la Jutbah en la que el Profeta (B y P) reiteró los puntos esenciales del Islam durante el Ĥayy, cuando comprendió que iba a ser la última vez que se dirigiría a los musulmanes. Él no omitió aconsejarles a los musulmanes que traten a las mujeres amablemente, empezando sus palabras acerca de las mujeres con una advertencia que es indicativa de su cuidado y preocupación:
"Tratad bien a las mujeres..."[2]
En este buen consejo cada marido musulmán sincero reconoce la sabiduría del Profeta (B y P) definiendo el deber del marido hacia su esposa en un armazón de misericordia y compasión.
El Profeta (B y P) dio muchas recomendaciones acerca de las mujeres, al extremo de considerar al hombre que trata bien a su esposa como el mejor de la Ummah:
"El creyente que tiene la fe más completa es aquel que se comporta bien, y el mejor de entre vosotros es quien mejor trata a su esposa".[3]
Algunas mujeres fueron a ver a la familia del Profeta (B y P) y se quejaron de sus maridos. Entonces el Profeta (B y P) anunció:
"Algunas mujeres han visitado a la familia de Muhammad quejándose de sus maridos. Ciertamente que aquellos no son los mejores de entre vosotros".[4]
El verdadero Islam exhorta a los musulmanes a tratar amablemente y con respeto a las mujeres, y recomienda a los maridos tratarlas bien aun cuando ellos las detesten. Esto es algo que las mujeres nunca han disfrutado a lo largo de la historia, excepto en esta religión. Allah dice en el Corán:
{Tratad bien a vuestras mujeres en la convivencia. Y si algo de ellas os disgusta, es posible que Allah haya decretado a pesar de esto un bien para vosotros.} [4: 19]
Este versículo toca el corazón del verdadero musulmán, apaciguando su enojo y disminuyendo su aversión hacia su esposa. De esta manera el Islam protege al sagrado matrimonio de exponerse al peligro de las emociones turbulentas y de la torpeza de los cambios de ánimo. Cuando un hombre le dijo a ‘Umar Ibn Al Jattâb (R) que quería divorciarse de su esposa porque no la quería, éste le dijo: ‘¡Ay de ti! ¿Acaso piensas que las familias se basan únicamente en el amor? ¿Dónde está la consideración y el cuidado?’
Los lazos conyugales en el Islam son de muchísima importancia, y están por encima de los caprichos emocionales y de los impulsos desmedidos. El verdadero musulmán posee bastante hidalguía, nobleza, cortesía, paciencia, generosidad y fuerza de carácter para sobreponerse ante cualquier actitud de su esposa que le disguste. Lejos está de pensar en términos irracionales.
El verdadero musulmán no puede hacer otra cosa que obedecer a su Señor, por eso trata a su esposa bien aun cuando ella le desagrada, porque entiende las palabras del Sabio Señor sobre las muchas cosas que le están ocultas. Un hombre puede detestar algo e intenta distanciarse de ello, cuando de hecho eso está lleno de bondad y bendiciones. El verdadero musulmán sabe como amar y como odiar. El amor no es ciego para él, ni se sobrepasa en la aversión y el odio, sino que en ambos casos él tiene una actitud moderada y equilibrada.
El Profeta (B y P) explicó que aunque al marido le pudiese disgustar algo de su esposa musulmana, ella tiene otras características favorables que le agradarán. Por eso él no debe ignorar su lado positivo, enfocando únicamente los aspectos negativos:
"Ningún creyente debe odiar a una mujer creyente. Si a él le desagrada alguna de sus características, habrá otras que le agradarán".[5]