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El Rey Justo

“El Rey Justo”[1]

Los evangelios de Mateo y Lucas afirman claramente que Jesús era de sangre real, un genuino y legítimo rey, descendiente de David y Salomón. Si esto es cierto, le podría conferir por lo menos una importante calificación para ser el Mesías, o para que se le presente como tal. Es evidente que ciertas personas, de orígenes radicalmente diversos y con intereses muy diferentes, estaban listos para reconocer la legitimidad de este reclamo. En Mateo 2:2, tres hombres sabios vinieron buscando a “aquel que nacería como Rey de los judíos”. En Lucas 23:2, Jesús es acusado de que “..pervierte a la nación, y que prohibe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo , un rey”. En Mateo 21:9, al entrar triunfalmente en Jerusalén, Jesús es saludado por una multitud gritando “Hossanna al hijo de David”. No hay duda de que Jesús aquí es vitoreado como rey. Los evangelios de Lucas y de Juan son explícitos en este sentido. En ambos, Jesús es inequívocamente vitoreado como un rey. Y en Juan 1:49, es Nataniel quien dice a Jesús: “¡Tu eres el Rey de Israel!”. 

            Y claro , al final tenemos la inscripción “Rey de los judíos” (INRI) que Pilatos mandó fijar en la cruz.  Aparte de esto, los evangelios no nos dicen prácticamente nada. En Juan 6:15 hay una frase curiosa, que “ ...entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey , volvió a retirarse al monte él solo”, también en Juan 19:21-22 vemos que “ Dijeron a Pilatos los principales sacerdotes de los judíos: No escribas : Rey de los Judíos ; sino que él dijo: Soy rey de los judíos. Pilatos respondió : Lo que he escrito , he escrito”; pero en estos pasajes no se detalla nada. No se nos indica si es que el título fué otorgado o  nó, si era oficial o nó, reconocido o nó. No se da información de cómo es que Pilatos quería que se entienda tal apelativo. ¿Qué lo motivó? ¿Qué quería lograr con su acción? En algún punto del pasado se asumió, en base a interpretaciones especulativas, que Pilatos puso el título en tono de burla. Asumir algo más habría sido plantear un sinnúmero de torpes preguntas. Hoy,  la mayoría de los cristianos acepta ciegamente, como hecho comprobado, que Pilatos puso el título a manera de burla. Si alguien lee en los propios evangelios, sin los preconceptos conocidos, no hallará prueba alguna que indique que el título no fué puesto con toda seriedad, o que no fuese perfectamente legítimo y reconocido por - como mínimo - parte de los contemporáneos de Jesús, incluyendo a Pilatos. Jesús era, de hecho, “Rey de los judíos”. Fué la tradición posterior que persuadiría a la gente de lo contrario. Sugerir que Jesús era entonces el Rey de los judíos, no estaría en contra de la evidencia; estaría en contra de una tradición extensamente establecida desde hace mucho. En la versión de Mateo del nacimiento de Jesús, los tres sabios ( los reyes magos) preguntan : ¿Dónde está el que ha de nacer rey de los judíos?.  Si el título puesto por Pilatos era una broma burlesca, ¿Qué debemos suponer de la pregunta de los “Reyes Magos”? ¿Era esta una burla también? seguro que no. Pero si ellos se referían a un título legítimo ...¿Por qué Pilatos no? 

             La posición del Mesías esperado se vió agigantada por las circunstancias vigentes en Palestina al tiempo del nacimiento de Jesús. Este periodo era conocido por los que lo vivieron como “Los últimos tiempos” o “Los últimos días. Se creía que la nación había caido en un estado de maldad cataclísmica. La última dinastía de legítimas monarquías judías se había extinguido desde el año 63 a.C., Israel mismo se había convertido en un territorio del Imperio Romano, y forzado a someterse a un gobernante secular que - Como blasfémica ofensa contra todo principio del Judaísmo - se atrevió a proclamarse a sí mismo un dios. Y el trono de Israel estaba ocupado por un títere de los romanos considerado como un inicuo usurpador.  Herodes, que gobernaba sobre Palestina en ese entonces, no podía ni siquiera reclamar ser un judío de nacimiento. Era nativo de Idumea, una desértica región al sur, cuyos habitantes no eran judíos. Desde el principio de su reinado, Herodes trató de establecer su legitimidad y aceptación. Repudió a su primera mujer y se casó con una conocida princesa judía buscando, por lo menos, algún reconocimiento del pueblo. Reconstruyó el templo de Jerusalén con una majestuosidad sin precedentes. Se proclamó devoto siervo del Dios de Israel. Estos gestos fallaron en afirmar su autoridad. Siguó siendo aborrecido y odiado por sus súbditos. Incluso sus actos más generosos eran recibidos con hostilidad y burlas, y esto avivó su natural predisposición hacia la tiranía y el exceso. 

            El hecho de que alguien como Herodes esté gobernando sobre el pueblo elegido era visto como una maldición. Dios había causado aflicción a Su gente, un castigo por sus desmanes pasados y presentes. Cualquier abuso social que Herodes pudiera cometer, era visto como el síntoma de un problema mucho más grave, el dilema de un pueblo abandonado por su Dios. A través de toda Palestina se esparcía el desesperado clamor por un líder espiritual que traería al pueblo de vuelta a su Señor y podría lograr la reconciliación con la dignidad. Este líder espiritual, al momento de su aparición, sería el Rey Justo, El Mesías. Como rey podría salvar a su gente, podría restablecer la Alianza de Dios con el hombre. Asistido, dirigido y guiado por Dios, ejecutaría la voluntad divina. El expulsaría a los romanos fuera de Palestina y establecería su propio régimen justo, tan glorioso como aquel que la tradición adjudicaba a David y Salomón. 

            La Tradición Cristiana no rechaza el reclamo de Jesús de ser el Mesías. Solo rechaza el significado real del título de Mesías, solo porque este no estuvo suficientemente claro por siglos. Aceptar a Jesús como Mesías, mientras se niega su rol monárquico y político, es ignorar los hechos, ignorar el contexto histórico; ignorar lo que la palabra Mesías implicaba y significaba. Los cristianos consideran a Jesús como algo “Apolítico”, una figura completamente espiritual que no significaba ningún desafío para la autoridad mundanal y temporal romana, una figura que no tenía ninguna aspiración política ni secular para sí; que llamó a sus seguidores a un reino “no de este mundo”. Sin embargo, los estudiosos bíblicos de los últimos siglos han considerado esta interpretación cada vez más insostenible. Muy pocos expertos, si es que los hay, negarían que el Mesías esperado en Jesús era mayormente una figura política que debía liberar a Israel del yugo romano. El Judaísmo de esa época no hacía diferencia entre religión y política. Hay una prueba más del derecho monárquico de Jesús en el relato bíblico de la matanza de bebés inocentes cometida por Herodes (Mateo 2:3-14). A pesar de ser altamente cuestionable como registro histórico, esta narración es testimonio del verdadero temor que sentía Herodes por el nacimiento de Jesús: 

Oyendo esto el rey Herodes se turbó... y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó donde había de nacer el Cristo. ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el Profeta...” [2] 

             A pesar del disgusto que esto le causara a Herodes, ciertamente que él nunca se hubiera sentido amenazado por los rumores de una figura mística y espiritual - Un profeta o un maestro de los que abundaban por ese entonces en Tierra Santa. Si Herodes se sentía amenazado por un niño recién nacido, sería por lo que este niño significaba en sí; un rey justo y legítimo, por ejemplo, con un reclamo que incluso Roma podía aceptar, buscando la paz y estabiblidad convenientes. Solo una amenaza política de esta naturaleza podría explicar la ansiedad de Herodes. No es al hijo de un pobre carpintero que el usurpador teme; sino al Mesías, el legítimamente ungido y justo Soberano. Una figura que, en virtud a ciertos requisitos genealógicos inherentes, podría gozar de apoyo popular y, si no lo derroca, podría por lo menos dejarlo en una situación política muy comprometida. 

De “orígenes privilegiados”[3]

                 La imagen de Jesús como “un pobre carpintero” de Nazaret es sumamente discutible. Por ahora, nos basta con notar dos puntos. El primero es que la palabra “Carpintero” no significa , en el griego original, simplemente alguien que trabaja con madera. La traducción más precisa sería “Maestro”, implicando la maestría en algún arte, industria o disciplina. Sería aplicable a un profesor, por ejemplo, al igual que a cualquiera que trabajase con las manos.[4]  

            El segundo punto es que Jesús no era, con seguridad, de Nazaret. Existe evidencia que prueba que Nazaret no existía en épocas bíblicas. Es improbable que la ciudad existiese antes de siglo III EC. “Jesús de Nazaret”, como gran parte de los eruditos bíblicos opina, es una malinterpretación del original griego “Jesús el Nazareno”, y estas palabras no indican localidad alguna, más bien denotarían la pertenencia de Jesús a un grupo o secta específicos, con una orientación religiosa y política específica. “El movimiento Nazareno”, como lo llaman los expertos. 

            Casi no existen informaciones precisas sobre la situación social de Jesús. Pero lo que existe nos indica que la familia de Jesús era pudiente. Y que la educación que se le brindó era del tipo accesible solo para gente de clase alta y de grandes recursos económicos. Todos los relatos, por ejemplo, lo describen como un hombre culto e instruido; Esto es algo, como sabemos, inusual para aquellos tiempos de tan extendido analfabetismo, cuando la educación era esencialmente un privilegio de la clase alta. Jesús es obviamente un letrado y está bien educado. En los evangelios, le vemos discutir sabiamente con los ancianos sobre la Ley. por sus expresiones, está claro que tiene facilidad de palabra por estar familiarizado con los libros proféticos del Antiguo Testamento, los cita a voluntad, se desenvuelve entre ellos con la experiencia y facilidad de un estudioso profesional, y si algunos de sus seguidores son humildes pescadores y artesanos de Galilea, otros son personas ricas e influyentes - José de Arimatea, por ejemplo, Nicodemo y Joana, la esposa del Mayordomo de Herodes. 

Reconocimiento Público 

            Tal vez signifique mucho más que la anterior evidencia , el simple hecho de que Jesús, en cierto número de situaciones cruciales en los evangelios, actúa como un soberano, y lo hace de forma bastante deliberada. Uno de los ejemplos más evidentes es su entrada triunfal en Jerusalén montando un asno. Los estudiosos de la Biblia concuerdan que este incidente - Evidentemente importante en la carrera de Jesús, y calculado para atraer el máximo de atención de entre sus contemporáneos - sirvió para un propósito específico. Cumplir con una profecía del Antiguo Testamento.  De hecho, en Mateo 21:4, se hace claro que la procesión fué con la intención de cumplir la profecía en Zacarías 9:9, que predice el advenimiento del Mesías:

“...da voces de júbilo, hija de Jerusalén ; he aquí tu rey vendrá a tí, justo y salvador, humilde y cabalgando sobre un asno...” 

 Dada la familiaridad  de Jesús con la enseñanza del Antiguo Testamento, hay muy pocas dudas de que él sabía de esta profecía. Y sabiendo esto, es muy difícil que la hubiera cumplido, sin querer, o por “pura coincidencia”.  La entrada a Jerusalén solo pudo haberse ejecutado con la calculada intención de ser identificado, especialmente ante el pueblo, con el Mesías esperado, en otras palabras, con el Rey Justo , “El Ungido”.


[1] Baigent, Leigh, and Lincoln, The Messianic Legacy,pp26-32. Adaptado en parte
[2] Santa Biblia, Miqueas, 5:1-2.
[3] Baigent, Leigh and Lincoln, The Messianic Legacy, pp.30-31.
[4] La historia del Jesús carpintero se basó en Marcos 6:3. Sin embargo , el Dr, Geza Vermes de la Universidad de Oxford, en “Jesús el judío”, nos ilustra el sentido metafórico comunmente usado en las expresiones carpintero y hijo de carpintero, en la literatura judía antigua, pp.21-22.
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