El Verdadero Musulmán Visita Al Enfermo
El verdadero musulmán visita al enfermo, cumpliendo con su deber islámico, no siendo esto algo optativo. Él sabe que haciéndolo obedece las ordenes del Profeta (B y P):
"Visitad al enfermo, alimentad al hambriento, y rescatad a los prisioneros de guerra".[1]
Al Barâ' Ibn ‘Âzib (R) dijo:
El Mensajero de Allah (B y P) nos ordenó visitar al enfermo, asistir a los funerales, decirle Iarĥamuka Allah al que estornuda[2], cumplir los juramentos, ayudar a los oprimidos, aceptar las invitaciones, y saludar con el Salâm.[3]
Esta costumbre que el Profeta (B y P) enseñó está tan profundamente arraigada en la vida del musulmán que es un derecho que un musulmán sobre otro. Él puede exigirlo si su hermano es negligente y falla, y aquel que falla en su deber es considerado por el Islam como un pecador descuidado que también se está haciendo daño a sí mismo:
"Los derechos que un musulmán tiene sobre su hermano son cinco: Debe devolverle el saludo, visitarlo cuando se enferma, asistir a su funeral, aceptar su invitación, y decirle Iarĥamuka Allah cuando estornuda".[4]
En otro relato el Profeta (B y P) dijo:
"Los derechos del musulmán sobre su hermano son cinco". Fue preguntado: ¿Cuáles son ellos? El Profeta (B y P) dijo: "Cuando lo encuentra debe saludarlo con el Salâm, cuando lo invita debe aceptar su invitación, cuando busca su consejo debe aconsejarlo, cuando estornuda y dice Al Ĥamdu lillah debe decirle Iarĥamuka Allah, cuando está enfermo debe visitarlo, y cuando se muere debe acompañarlo hasta su tumba".[5]
Cuando el musulmán visita a su hermano enfermo, no siente que sólo está cumpliendo su deber o que está obedeciendo una orden, sino que experimenta un sentimiento de alegría espiritual y satisfacción que sólo pueden sentir aquellos que de verdad entienden el Ĥadîz que describe la bondad y la bendición que existen en esa clase de visitas. El Profeta (B y P) dijo:
"Allah dirá en el Día del Juicio: ¡Oh, hijo de Adán! Me enfermé y no me visitaste. Dirá: ¡Oh, Señor! ¿Cómo podría haberte visitado si Tú eres el Señor de todo lo que existe? Él le dirá: ¿Acaso no te enteraste que Mi siervo se había enfermado, y no lo visitaste? Si lo hubieses visitado, Me habrías encontrado junto a él. ¡Oh, hijo de Adán! Yo te pedí comida y no me la diste. Dirá: ¡Oh, Señor! ¿Cómo podría haberte alimentado si Tú eres el Señor de todo lo que existe? Él le dirá: ¿Acaso no sabías que Mi siervo te pidió comida, y se la negaste? Si lo hubieses alimentado habrías encontrado eso junto a Mi [es decir, la recompensa por haberlo alimentado]. ¡Oh, hijo de Adán! Yo te pedí de beber y no me diste. Dirá: ¡Oh, Señor! ¿Cómo podría haberte dado de beber si Tú eres el Señor de todo lo que existe? Él le dirá: ¿Acaso no sabías que Mi siervo te pidió bebida, y se la negaste? Si le hubieses dado de beber habrías encontrado eso junto a Mi [es decir, la recompensa por haber saciado su sed].[6]
¡Qué bendita es esa visita! ¡Qué grande es su recompensa! ¡Qué gran obra que el hombre hace al visitar a su hermano que está enfermo! Cuando lo visita está ante la presencia del más Poderoso, Quien da testimonio de esta acción tan noble y lo premia generosamente. ¿Acaso existe una visita más bendita y honrada, y más animada por el Señor de los cielos y de la Tierra? ¡Qué grande será la miseria que le ocurrirá al que abandone este deber! ¡Qué grande será su humillación! Cuando el más Poderoso declare, ante todos los presentes: "¡Oh, hijo de Adán! Me enfermé y no me visitaste. Dirá: ¡Oh, Señor! ¿Cómo podría haberte visitado si Tú eres el Señor de todo lo que existe? Él le dirá: ¿Acaso no te enteraste que Mi siervo se había enfermado, y no lo visitaste? Si lo hubieses visitado, Me habrías encontrado junto a él". Nosotros dejamos que nuestra imaginación piense en esa terrible humillación y esa gran vergüenza que agobiarán al hombre que no visitó a su hermano enfermo.
La persona enferma en una comunidad islámica siente que no está sola; la simpatía y las súplicas de las personas alrededor de él lo envuelven y alivian su sufrimiento. Ésta es la cúspide de la civilización humana. Ninguna otra nación ha conocido o ha alcanzado un nivel de responsabilidad emocional y social como existe en la Ummah del Islam.
La persona enferma en una sociedad materialista puede encontrar un hospital que lo admita y un doctor que lo medique, pero raramente encontrará una palabra compasiva, una amable sonrisa, súplicas sinceras, o una verdadera simpatía. La filosofía materialista de occidente ha extinguido la luz del sentimiento humano, ha destruido el concepto de hermandad y solidaridad hacia el compañero, y ha abandonado las buenas acciones a no ser que exista una causa materialista para realizarlas.
Hay muchos Aĥâdîz que tratan este tema, y que despiertan los sentimientos de hermandad en el corazón del musulmán y lo motivan a visitar a su hermano enfermo. Por ejemplo:
"Cuando el musulmán visita a su hermano enfermo, permanece en los jardines del Paraíso[7] hasta que retorna".[8]
"Si un musulmán visita a un hermano enfermo por la mañana setenta mil Ángeles lo bendecirán hasta la tarde, y si lo visita por la tarde setenta mil Ángeles lo bendecirán hasta la mañana, y un jardín del Paraíso será suyo".[9]
Con su visión profunda de la psicología humana, el Profeta (B y P) entendió el impacto positivo que tiene la visita en la persona enferma y su familia. Por ello nunca abandonó la visita al enfermo, ni dejo de hablarle con palabras dulces, rogar por él y consolarlo. El Profeta era tan bondadoso que visitó a un niño judío que lo servía, como Anas (R) narró:
Un niño judío servía al Profeta (B y P). Cuando cayó enfermo, el Profeta (B y P) fue a visitarlo. Él se sentó a la altura de su cabeza y le dijo: "¡Abraza el Islam!" El muchacho observó a su padre que estaba presente, y éste le dijo: ¡Obedece a Abû Al Qâsim! Entonces el niño entró en el Islam. Luego el Profeta (B y P) se marchó, diciendo: "Las alabanzas sean para Allah que lo ha salvado del Fuego".[10]
Al visitar a este niño judío que estaba enfermo, el Profeta (B y P) no abandonó invitarlo a que abrace el Islam, porque supo los efectos positivos de su visita en el muchacho y su padre. Y por la generosidad del profeta y su bondad, ellos respondieron y esta visita dio sus frutos, y el Profeta (B y P) se marchó alabando a Allah porque un ser había sido salvado del Fuego. ¡Qué gran hombre! ¡Qué sabio y elocuente predicador fue el Profeta (B y P)!
El Profeta (B y P) consideró tan importante la visita al enfermo que estableció pautas para realizarla, y estos principios fueron seguidos por los Saĥâhah y fueron registrados por los libros de la Sunnah.
Una de las prácticas es sentarse a la altura de la cabeza de la persona enferma, como el Profeta lo hizo cuando visitó al niño judío, y como relató Ibn ‘Abbâs (R):
Cuando el Profeta (B y P) visitaba a una persona enferma, se sentaba a la altura de su cabeza y decía siete veces: "Le pido a Allah el Omnipotente, el Señor del Magnífico Trono, que te cure".[11]
Otra de estas prácticas es acariciar el cuerpo de la persona enferma con la mano derecha y orar por él, como lo relató ‘Â'ishah (R):
El Profeta (B y P) solía visitar a sus parientes y los acariciaba con su mano derecha, mientras decía: "¡Oh, Señor de la humanidad! Quítale el sufrimiento. Sánalo ya que Tú eres el que cura. No hay más curación que la Tuya, curación que no deja ningún rastro de enfermedad".[12]
Ibn ‘Abbâs (R) dijo: El Profeta (B y P) fue a visitar a un beduino que estaba enfermo, y siempre que visitaba una persona enferma le decía: "No te aflijas. ¡Qué sea una purificación[13], In shâ' Allah!".[14]
Los musulmanes cumplen con esta Sunnah de visitar al enfermo de generación en generación, y seguirá siendo una característica social de ellos, una señal de su mutuo amor, solidaridad, misericordia y compasión que cura los corazones heridos, seca las lágrimas del triste, disipa las nubes de la depresión, consuela al desesperado, establece los lazos de amistad, fortalece los lazos de hermandad, y trae la esperanza.