Se encuentra usted aquí

EL PASO HACIA EL PARAÍSO: La Resignación Y La Paciencia

EL PASO HACIA EL PARAÍSO
Dichos De Muhammad El Enviado De Dios
El-Imam Al-Nawawi
CAPÍTULO 3
La Resignación Y La Paciencia

Dios, alabado sea, dijo:
"¿Oh, vosotros, los que creyeron y tuvieron fe; Tened paciencia y sed firmes". El Sagrado Corán (3:200)

Y el Altísimo dijo: "Y, os pondremos a prueba con algo de temor y hambre, y con pérdida de riquezas, de vidas y de frutas. Pero, lleva la buena nueva a los que son pacientes". El Sagrado Corán (2:155)

Y dijo, alabado sea:
"Pues sí, los que son pacientes recibirán una recompensa ilimitada". El Sagrado Corán (39:10)

Y dijo también, alabado sea:
"Así será también para quien es paciente y para quien perdona. Eso sí que es dar muestras de firme determinación". El Sagrado Corán (42:4)

Y, alabado sea, dijo también:
"¡Oh, vosotros, los que creyeron y tuvieron fe! Buscad la ayuda en la paciencia y en la oración. Pues Dios esté con los pacientes". El Sagrado Corán (2:153)

Dios, alabado sea, dijo también: "Ciertamente os pondremos a prueba para saber quiénes de vosotros son los que se esfuerzan (por la causa de Dios) así como los pacientes. El Sagrado Corán (47:31)

19. Al Harez Ibn A’asem Al Ach'ari (que Dios este complacido de él) narró: El Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "La purificación es la mitad de la fe. Alabar a Dios llena la balanza de las acciones; Y alabar y glorificar a Dios llena o llenan lo que hay entre el Cielo y la Tierra; La oración es luz y la caridad es una evidencia; La paciencia es luminosidad y el Corán es una prueba en pro o en contra de ti. Toda persona comienza su día como vendedor de sí mismo, liberándose o condenándose".

20. Abu Sa'id (Said Ibn Malek) Al Judrí (que Dios esté complacido de él) narró: Algunas personas de los Ansares recurrieron al Enviado de Dios (la paz y las bendiciones sean con él) pidiendo ayuda (caridad) y se la concedió. Volvieron otra vez a pedirle y él a concederles hasta que le terminó todo lo que tenía. Entonces, les dijo: "No me guardaré nada que pueda daros. Pero, aquel que se abstiene y rehúsa pedir, Dios le satisfacerá sus necesidades; y, quien busca autosuficiencia, Dios le hará auto suficiente; y a quien aspira a ser paciente, Dios le hará paciente. Nadie tendrá una gracia mejor o mayor que la paciencia".

21. Yahia Ibn Sinan (que Dios esté complacido de él) narró: El Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Es admirable el caso del creyente, pues todo es bueno para él; y, esto no ocurre con nadie excepto con el creyente: Si es objeto de un bien da las gracias, y esto es bueno para él; y, si sufre alguna desgracia se arma con la paciencia, y esto también es beneficioso para él".

22. Anas (que Dios esté complacido de él) narró que durante la última enfermedad del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) el dolor y la fiebre se hicieron insoportables. Fatima (que Dios esté complacido de ella) dijo: !Qué angustia la de mi padre! Pero el Profeta dijo: "No habrá angustia para tu padre después de hoy".
Y cuando el Profeta murió, Fatima exclamó: ¡Oh, padre mío! ¡Dios ha respondido a tu plegaria!, ¡Oh, padre mío! ¡Los jardines del Paraíso serán tu morada!, ¡Oh, padre mío! ¡Al arcángel Gabriel anunciamos tu muerte!.
Y cuando el Profeta fue enterrado, Fatima dijo: ¿¡Cómo habéis podido echar tierra sobre el Enviado de Dios!? (la paz y las bendiciones de Dios sean con él).

23. Usama Ibn Zaid Ibn Hariza (que Dios esté complacido de ambos) narró que una hija del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) comunicó a su padre: "Mi hijo esté agonizando, y esperamos tu presencia en casa. El Profeta le envió sus saludos diciendo: "A Dios pertenece lo que lleva y de Dios es lo que da. Todo, para El, tiene un plan preestablecido. Así que haga acopio de paciencia y niegue a Dios para que sea recompensada". Ella volvió a mandar por él, pidiéndole, por Dios, que viniera.
El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) se trasladó a verla, acompañado por Sa'd Ibn Ubada, Mu'az Ibn Yabal, Ubay Ibn Ca'ab y Zaid Ibn Zabet entre otros. Una vez allí, el niño fue llevado al Profeta quien lo tomó en su regazo mientras que el pequeño jadeaba. Al Profeta se le saltaron las lágrimas. Al verle llorar, Sa'd pregunté: ¡Oh, Enviado de Dios! ¿Qué es esto? Y el Profeta respondió: "Es la compasión que Dios puso en el corazón de Sus siervos".

24. Anas (que Dios esté complacido de él) narró que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) pasó junto a una mujer que lloraba al lado de una sepultura. Le dijo: "se piadosa y paciente". Ella le respondió: "Déjame, pues tu no has sufrido lo que yo en mi desgracia". La mujer no le había reconocido. Más tarde, cuando fue informada de que era el Profeta, se dirigió a su casa y al no encontrar ningún criado, entró y le dijo: "No te he reconocido", y él replicó: "La paciencia se muestra ante el primer choque de una calamidad".

25. Abu Huraira (que Dios esté complacido de él) narró que el Enviado de Dios, (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Dios (alabado sea) dice: no tengo otra recompensa que el propio paraíso para Mi siervo creyente, pues cuando Me llevo a su ser más querido en esta vida, él lo acepta con resignación, en busca de Mi recompensa".

26. A'icha, (que Dios esté complacido de ella) narró que había preguntado al Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) acerca de la peste, y que él le había explicado que la peste era un castigo que Dios, alabado sea, enviaba contra quien El determina, y que es una misericordia para los creyentes. Así que todo creyente que sufra la peste, manteniéndose en su localidad, armado con paciencia y resignación en busca de la recompensa de Dios, y convencido de que nada le pueda ocurrir sino lo que Dios haya dispuesto para él, disfrutará de una recompensa equivalente a la recompensa de un mártir".

27. Anas (que Dios esté complacido de él) narró: He oído al Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) decir: "Dios (glorificado sea) dijo: "Si sometiera a Mi siervo a prueba con la pérdida de su vista, y él hiciera acopio de paciencia, le compensaré, por ello, con el Paraíso".

28. A'ttá Ibn Abu Rabah dijo, que Ibn Abbas (que Dios esté complacido de ambos) le preguntó: ¿Quieres conocer a una mujer de entre los moradores del Paraíso?. Respondí que sí. Dijo: Aquella mujer negra, se dirigió al Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) diciendo: Sufro de epilepsia, y además ello me hace descubrirme. Ruega a Dios, alabado sea, por mi. El Enviado de Dios le respondió: "Si quieres, se paciente y tendrás el Paraíso. Y si quieres, rogaré a Dios para que te devuelva la salud". La mujer dijo: Pues tendrá paciencia. Pero, ruega a Dios por mí, para que no estuviese, con el ataque, descubierta. Y, el Profeta rogó por ella.

29. Abdulah Ibn Mas'ud (que Dios esté complacido de él) narró: Es como si estuviera viendo ahora al Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) cuando nos hablaba de uno de los profetas de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con todos ellos) que fue golpeado por su propia gente hasta que sangró, y dijo mientras limpiaba su herida: "¡Señor! Perdona a mi gente (pueblo) porque no saben".

30. Abu Sa'd y Abu Huraira (que Dios esté complacido de ambos) narraron que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Siempre que el musulmán sufra de una fatiga, enfermedad, preocupación, tristeza, daño o angustia, incluso de una púa que le pinche; Dios le expiará, por ello, alguna de sus faltas".

31. Abu Huraira (que Dios esté complacido de él) narró: el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Aquel que Dios le quiere favorecer, le hará sufrir".

32. Anas (que Dios esté complacido de él) narró: El Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Que nadie de entre vosotros desee la muerte por un daño que haya sufrido. Si acaso, que diga: ¡Dios mío! hazme vivir si la vida es lo mejor para mí, y hazme morir si la muerte es lo mejor para mí".

33. Ibn Al Arát (que Dios esté complacido de él) narró: Nos hemos quejado durante la represión que los primeros musulmanes sufrieron en la Meca ante el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) que se encontraba sentado sobre su túnica, a la sombra de Al Ka'ba, y le dijimos: ¿Podrías pedir el respaldo de Dios y rogarle por nosotros? Y, él nos respondió: "Erase un tiempo, en que se llevaba al hombre (creyente); se cavaba un hoyo en la tierra y se le metía en el mismo. Luego, se tomaba una sierra para ponerla en su cabeza, partiéndola en dos; o se le peinaba con peines de hierro, separando su carne de sus propios huesos. Con todo esto, aquello no le hacía renegar de su religión. ¡Por Dios! Ciertamente, Dios hará prevalecer esta religión, hasta tal punto que el viajero recorrerá el camino de San'a hasta Hadramut sin más temor que de Dios y, la preocupación de que sus ovejas se enfrenten con el lobo. Pero, desde luego, sois unos presurosos".

34. Anas (que Dios esté complacido de él) narró: que el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Si Dios desea favorecer a Su siervo, le adelantará las consecuencias de sus faltas a esta vida; y si no, le dejará con sus faltas, con los cuales se presentará en el Día del Juicio".

35. Anas, (que Dios esté complacido de él) narró: Abu Talha (que Dios esté complacido de él) tenía un hijo que sufría de una grave dolencia. Un día, Abu Talha salió de casa y durante su ausencia el niño falleció. A su regreso, preguntó: ¿Cómo se encuentra mi hijo? Y, Um Salim -la madre del niño- respondió: Esta más tranquilo que nunca. Luego le puso la cena: Abu Talha después de cenar, se acostó con su mujer. Más tarde, le comunicó la noticia: han enterrado al niño.
Al día siguiente, Abu Talha fue y contó lo sucedido al Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él). El Profeta le pregunté: '¿Habéis tenido una noche de bodas?" Dijo: sí. El Profeta Exclamó: "¡Señor! Bendice a ambos".
La mujer de Abu Talha dio a luz un varón, y Abu Talha me dijo: "Llévate al niño ante el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él). Así mismo, le envió unos dátiles conmigo. El Profeta preguntó: ¿Lleva algo?, dije: sí, unos dátiles. El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) los tomó y los masticó y los puso en la boca del pequeño, frotando con ellos sus encías, y le puso el nombre de Abdulah.

36. Abu Huraira (que Dios esté complacido de él) narró que el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "El hombre fuerte no es aquel que lucha con su adversario a brazo partido, sino el que controla su temperamento".

37. Suleiman Ibn Surad (que Dios esté complacido de él) narró: Estuve sentado al lado del Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) y vimos a dos hombres insultándose mutuamente. Uno de ellos tenía la cara muy sonrojada y las yugulares muy infladas. El Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Se de algunas palabras que si las dijera -aquel hombre- se libraría de este estado: Me refugio en Dios contra el maldecido Satanás -el que fue privado de toda misericordia de Dios. Algunos hombres le dijeron a aquel hombre que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) te dice: "Búscate el refugio en Dios contra el maldito Satanás".

38. Mu'az Ibn Anas (que Dios esté complacido de él) narró que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Aquel que reprima su ira al tiempo que podía haber actuado, Dios (alabado y ensalzado sea) le invitará, en presencia de todas las criaturas en el Día del Juicio para que elija la que más le guste de entre las más bellas mujeres del Paraíso".

39. Abu Huraira (que Dios esté complacido de él) narró que un hombre le dijo al Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) ¡aconséjame! Le respondió: "¡No te enfurezcas!”. Aquel hombre insistió en su pregunta una y otra vez, pero el Profeta le repetía: "¡No te enfurezcas!".

40. Abu Huraira (que Dios esté complacido de él) narró, que el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Si las calamidades acompañan al creyente o a la creyente, en su persona, en sus hijos o posesiones, se encontrará con Dios (alabado sea) sin que tenga que rendir cuenta de ninguna de sus faltas".

41. Abu Huraira (que Dios esté complacido de él) narró, que el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Si un o una creyente se ve permanentemente acosado por las calamidades, se encontrará con Dios sin tener falta alguna".

42. Abdulah Ibn Abu Aufa (que Dios esté complacido de ambos) narró, que un día en que el Enviado de Dios (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) tuvo que enfrentarse al enemigo, esperó hasta la caída del sol, y luego se levantó y se dirigió a sus hombre: "¡Oh, pueblo! No deseéis el enfrentamiento con el enemigo, y rogad a Dios para que estéis a salvo. Pero, cuando os enfrentáis con él, sed pacientes y sabed que el Paraíso se encuentra bajo la sombra de las espadas".
Luego, suplicó: "¡Señor! Tu que has revelado las Escrituras, que has hecho recorrer las nubes, y que has derrotado a las Facciones Aliadas (ejércitos de la Meca) Derrótalos y concédenos la victoria sobre ellos"

Selección y Prologo: Prof. Dr. M.M Al-Azami
Traducción de texto: Ahmed M. Safi
Categoria: 

Se encuentra usted aquí