La Verdadera Musulmana Cuida Su Mente
Cuida su mente buscando el conocimiento
La musulmana sensible cuida su mente así como cuida su cuerpo, ya que lo anterior no es menos importante que lo último. Hace tiempo, el poeta Zuhair Ibn Abî Salma dijo:
"La lengua de un hombre es la mitad de él, y la otra mitad es su corazón. Lo que queda, es nada más que la imagen de la carne y de la sangre" [1]
Esto significa que una persona está esencialmente compuesta de su corazón y de su habla. En otras palabras, lo que piensa y lo que dice. Por ello la importancia de prestar cuidado a nuestra mente y suministrarle toda clase de conocimientos provechosos.
La mujer musulmana, es responsable tanto como lo es el hombre, por eso se le exige buscar el conocimiento, sea éste "religioso" o "secular", que será de beneficio para ella. Cuando recita la aleya [...y di: ¡Oh, Señor mío! Acrecienta mi conocimiento.] (20:114) y escucha el Hadîz: "Buscar conocimiento es un deber de todo musulmán"[2], ella sabe que las enseñanzas del Corán y la Sunnah están dirigidas a los hombres y a las mujeres por igual, y que también está obligada a buscar los tipos de conocimiento determinados como obligatorios para los individuos y las comunidades (fard ‘ain y fard kifâiah). El buscar con afán dichos conocimientos es algo conocido por la sociedad musulmana desde el tiempo en que se hizo obligatorio.
La musulmana comprende el elevado valor al que ha sido elevada en cuanto a conocimiento desde los primeros días del Islam. Cierta vez las mujeres de los Ansâr le pidieron al Profeta : "Designa un día especial para nosotras para poder aprender de ti, pues los hombres han tomado todo tu tiempo y no nos han dejado nada para nosotras". Él les dijo: "Vuestro tiempo estará en la casa de... (y mencionó a una mujer)". De esa forma, él fue a reunirse con ellas a aquel lugar y les enseñó.[3]
Las musulmanas tenían un vívido deseo de conocimiento, y nunca se sintieron demasiado tímidas como para no hacerle preguntas acerca de las enseñanzas (ahkâm) del Islam [Allah no se avergüenza de la verdad...] (33:53). Muchos de los relatos ilustran la confianza y madurez con la cual las primeras musulmanas planteaban sus preguntas al Profeta , gran maestro, buscando comprender su religión más cabalmente.
‘Â'ishah relató que Asmâ' Bint Iazîd Ibn As Sakan Al Ansâriiah preguntó al Profeta acerca de efectuar el gusl después de un período menstrual. Él dijo: "Quien haya finalizado su período que tome agua y se purifique adecuadamente, luego que viertan agua sobre la zona afectada y coloque una pieza de tela que haya sido perfumada con almizcle ". Asmâ' preguntó: "¿Cómo debe purificarse?” "El Profeta dijo: "¡Subhân Allah! Lavándose" ‘Â'ishah le dijo en secreto: "Limpia los rastros de sangre".
Asmâ' también le preguntó acerca de cómo se debe efectuar el gusl cuando uno está en estado de yanâbah (estado de impureza después de haber tenido una relación sexual u otro orgasmo voluntario o involuntario). Él dijo: "Debes tomar agua y purificarte adecuadamente, bañándote por completo. Primero vierte agua sobre tu cabeza y frótala para que llegue a las raíces del cabello, y finalmente vierte agua por todo tu cuerpo".[4] ‘Â'ishah dijo: "¡Cuán buenas son las mujeres de los Ansâr! La timidez no les impidió entender su religión correctamente".[5]
Umm Sulaim Bint Milhân, la madre de Anas Ibn Mâlik, vino donde estaba el Profeta y le dijo: “¡Oh, Mensajero de Allah! No es vergonzoso decir la verdad. Dime: ¿Tiene que realizar el gusl una mujer que haya tenido una polución nocturna?" El Mensajero de Allah contestó: "Sí, si ve flujo". Umm Salamah cubrió su rostro con timidez y dijo: "¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Podría tener tal sueño una mujer?". Dijo él: "Sí. De otro modo, cómo podría parecerse su niño a ella."[6]
Muslim narra que Umm Sulaim fue donde estaba el Profeta cuando ‘Â'ishah estaba con él. Y cuando Umm Sulaim le hizo esta pregunta, ‘Â'ishah dijo: "¡Oh, Umm Sulaim! Tú has expuesto un secreto de las mujeres. El Profeta dijo a ‘Â'ishah: "No es así. ¡Oh, Umm Sulaim! Que la mujer efectúe el gusl si experimentó tal sueño".[7]
Las mujeres de esa generación única, jamás vacilaron en esforzarse por comprender su religión. Realizaban preguntas directamente al Profeta sobre cualquier cosa que les sucedía. Si dudaban de la opinión de una persona (fatua), o no estaban convencidas de ello, averiguaban más allá hasta asegurarse de comprender el asunto correctamente. Ésta es la actitud de la mujer prudente e inteligente. Esta fue la actitud de Subai‘ah Bint Al Hâriz Al Aslamiiah, la esposa de Sa‘d Ibn Jaulah, quien era de Banû ‘Âmir Ibn Lu'ai y había estado presente en la batalla de Badr. Él falleció durante la peregrinación de despedida mientras ella estaba embarazada, y dio a luz poco tiempo después de su muerte. Cuando su nifâs (posparto) terminó, se preparó para recibir alguna propuesta de casamiento. Abû As Sanâbil Ibn Ba‘kak (un hombre de Banû ‘Abd Ad Dâr) fue hacia ella y le dijo: "¿Por qué te veo prepararte para recibir ofertas de casamiento? ¡Por Allah! Tú no puedes casarte hasta que no hayan pasado cuatro meses y diez días". Más tarde, Subai‘ah narró: "Cuando me dijo esto, me vestí y fui a ver al Mensajero de Allah por la noche. Le pregunté sobre el asunto, y me dijo que mi ‘iddah había finalizado cuando di a luz a mi niño, y que podía casarme si así lo deseaba".[8]
Los esfuerzos de Subai‘ah para comprender la decisión de la Sharî‘ah, precisamente representan una bendición y un beneficio no sólo para la propia Subai‘ah, sino para todas las mujeres musulmanas hasta el Día del Juicio Final. Su Hadîz fue aceptado por la mayoría de los primeros y últimos eruditos, y los cuatro A'immah, quienes dijeron que la ‘iddah de una mujer viuda, si está embarazada, finaliza al dar a luz, aunque de a luz poco después de la muerte de su marido, inclusive cuando su cuerpo no ha sido lavado y preparado para el entierro aún. A esta mujer le está permitido volverse a casar.[9]
¡Qué gran servicio prestó Subai‘ah a los sabios de la comunidad musulmana, al buscar comprender de manera precisa las resoluciones de la Sharî‘ah y alcanzar un nivel de certeza sobre este asunto!
El Islam ha hecho de la búsqueda del conocimiento algo obligatorio tanto en las mujeres como en los hombres, tal como el Profeta lo dijo: "Buscar el conocimiento es un deber de todo musulmán."[10] En otras palabras, es un deber de toda persona, sea hombre o mujer, que pronuncie las palabras de la shahâdah. Por eso no constituye una sorpresa ver a mujeres musulmanas sedientas de sabiduría, dedicadas a su búsqueda. Las musulmanas de todos los tiempos y lugares comprendieron la importancia de procurar conocimientos beneficiosos, y los efectos positivos que esto tiene en su propio carácter, sus hijos, sus familias y sus sociedades. Por tal razón, buscaban con entusiasmo el conocimiento, esperando aprender todo lo que las beneficiara en este mundo y en el próximo.
Lo que una musulmana necesita saber
Lo primero que una musulmana necesita saber es la lectura correcta del Corán (con tayuîd), y su significado. Luego debe aprender algo sobre Hadîz, Sîrah del Profeta, e historia de las mujeres de los Sahâbah y los Tâbi‘în, figuras prominentes del Islam. Además debe adquirir tanto conocimiento de Fiqh como necesite para asegurarse de que su adoración y sus relaciones diarias sean correctas, y también debe tener un dominio sólido de los principios básicos de su religión.
Después debe dirigir su atención a su especialidad primordial en la vida: el cuidado apropiado de su casa, marido, familia e hijos, porque ella es la única que fue creada especialmente por Allah para ser madre y para dar tranquilidad y felicidad al hogar. Ella es la única a quien el Islam ha concedido la inmensa responsabilidad de educar hijos inteligentes y valientes. De allí que existan numerosos proverbios y dichos actualmente que reflejan la influencia de la mujer en el éxito de la vida laboral de su marido e hijos, tales como: "Busca una verdadera mujer" "Detrás de un gran hombre hay una gran mujer", y "Quien mece la cuna con su mano derecha, sacude al mundo con su mano izquierda," etc. Ninguna mujer puede hacer todo esto, a menos que sea de mente receptiva e inteligente, de fuerte personalidad y pura de corazón. Por eso, ella está en mayor necesidad de educación, corrección y guía para desarrollar su personalidad islámica distintiva.
Es algo imprudente para la educación de las mujeres ser meticuloso, lo mismo que para con los hombres. Existen algunas materias que interesan solamente a las mujeres, y que los hombres no pueden abordar; y existen otras materias que interesan solamente a los hombres, y que las mujeres no pueden abordar. Hay cosas para las cuales fueron creadas las mujeres, y otras para las cuales fueron creados los hombres, y cada persona debe llevar a cabo la actividad por la cual ella fue creada, tal como lo enseñó el Profeta . Cuando la mujer musulmana procura aprender y especializarse en algún campo del conocimiento, debe tener en cuenta la enseñanza islámica en lo referente a su constitución intelectual, psicológica y social, para prepararse a sí misma y cumplir el propósito básico por el cual fue creada. Y de esa manera se transforma en un miembro productivo y constructivo de su familia, sociedad y Ummah, sin ser una imitación de los hombres, o compitiendo con ellos en el trabajo, o asumiendo una posición entre los hombres, como vemos en las sociedades que no diferencian entre los varones y las mujeres en su currículum educacional y en sus derechos laborales.
Cualquiera que sea la especialidad académica de la mujer, tratará de entenderla concienzudamente y hacer su trabajo perfectamente, de acuerdo a la siguiente enseñanza del Profeta :
"Allah quiere para vosotros que cuando hagáis algo, lo hagáis bien".[11]
Los logros de las mujeres musulmanas en el campo del conocimiento
Los portales del conocimiento están abiertos para la mujer musulmana, y pueden entrar por cualquiera de los que escojan, mientras no vaya en contra de su naturaleza femenina, sino que desarrolle su mente e incremente su crecimiento emocional y su madurez. Encontramos que la historia está repleta de prominentes ejemplos de mujeres admirables, quienes procuraron el conocimiento y llegaron a ser altamente expertas.
Entre las principales estaba la Madre de los Creyentes ‘Â'ishah , quien fue la fuente primaria del Hadîz y del conocimiento de la Sunnah, y fue también la primera faqîhah en el Islam, cuando todavía era una mujer joven, de no más de diecinueve años de edad.
El Imâm Az Zuhri dijo: "Si los conocimientos de ‘Â'ishah fueran reunidos y comparados con los conocimientos de todas las otras esposas del Profeta y todas las otras mujeres, los conocimientos de ‘Â'ishah ciertamente serían mayores."[12]
Cuán frecuentemente los más grandes Sahâbah volvían a ella para saber la palabra final en cuestiones fundamentales del Islam y para saber los significados precisos del Corán.
Su sabiduría y profundo entendimiento no se restringían solamente a cuestiones religiosas. Ella se distinguió por igual en poesía, literatura, historia y medicina, y otras ramas del conocimiento conocidas en su tiempo. El faqîh de los musulmanes, ‘Uruah Ibn Az Zubair, fue citado por su hijo Hishâm diciendo: "No he visto a nadie más conocedor en el campo del fiqh, de la medicina y de la poesía que ‘Â'ishah".[13]
El Imâm Muslim narró que ella escuchó a su sobrino Al Qâsim Ibn Muhammad Ibn Abî Bakr cometer un error gramatical, cuando él y su primo (paterno) estaban hablando frente a ella. Entonces ella le discutió por ese error. El Imâm Muslim comentó sobre este incidente lo siguiente: "Ibn ‘Atîq dijo: 'Al Qâsim y yo estábamos hablando enfrente de ‘Â'ishah , y Al Qâsim era uno de los que cometían errores gramaticales con frecuencia, ya que su madre no era árabe. ‘Â'ishah le dijo: ‘¿Por qué no hablas como este hijo de mi hermano? Yo sé de donde proviene el problema: él fue criado por su madre, y tú fuiste criado por tu madre...’".[14]
Entre los relatos que figuran en los libros de literatura que hablan del vasto conocimiento de ‘Â'ishah está aquel que narra que 'Âishah Bint Talhah estaba presente en el círculo de Hishâm Ibn ‘Ab Al Mâlik, junto a los Mashâij de Banû Umaiiah. En esa ocasión, ellos no mencionaron ningún punto de la historia árabe, guerras o poesía, en el cual ella no contribuyera en la discusión, y ninguna estrella apareció en el debate sin que ella no la nombrara. Hishâm le dijo: "En cuanto a lo primero (es decir su conocimiento de historia, etc.) no encontré nada de extraordinario, pero ¿de dónde obtuviste sabiduría sobre las estrellas?". Ella respondió: "Lo aprendí de mi tía materna ‘Â'ishah".[15]
‘Â'ishah tenía una mente curiosa, y siempre estaba ansiosa de aprender. Cuando escuchaba algo que desconocía preguntaba hasta comprenderlo. Su proximidad al Mensajero de Allah significaba que ella era como una vasija repleta de conocimientos.
El Imâm Al Bujâri relató de Abû Mulaikah que ‘Â'ishah, la esposa del Profeta , siempre que oía algo que desconocía lo investigaba hasta saberlo. El Profeta dijo: "Quien rinda cuenta será castigado." ‘Â'ishah dijo: "¿Acaso Allah no dijo: [Será juzgado clementemente.] (84:8)" Él contestó: "Eso se refiere al ‘ard (cuando todos sean traídos ante la presencia de Allah el Día del juicio); pero quien sea examinado en detalle será condenado".[16]
Además de su gran conocimiento, ‘Â'ishah , era también muy elocuente en su discurso. Cuando hablaba capturaba la atención de la audiencia, conmoviéndolos profundamente. Esto fue lo que dijo Al Ahnaf Ibn Qais en referencia a lo anterior:
"Escuché los sermones de Abû Bakr, ‘Umar, ‘Uzmân, ‘Ali y los julafâ' que vinieron después de ellos, pero nunca escuché ningún sermón más elocuente y hermoso que el de ‘Â'ishah".
Mûsa Ibn Talhah dijo: "Yo nunca vi a nadie más elocuente y puro en el discurso que ‘Â'ishah".[17]
Otra de estas brillantes mujeres que alcanzó un elevado nivel de sabiduría fue la hija de Sa‘îd Ibn Al Musaiiab, el erudito de su época que rehusó casar a su hija con el jalîfah ‘Abd Al Mâlik Ibn Maruân, y la casó con uno de sus estudiantes más virtuosos: ‘Abdullah Ibn Uadâ‘ah. ‘Abdullah contrajo matrimonio con esta jovencita, una de las más hermosas mujeres y de mayor sabiduría en cuanto al Corán, la Sunnah y los derechos y obligaciones del matrimonio. Cierta mañana, ‘Abdullah se levantó y, mientras estaba preparándose para salir, su esposa le preguntó: "¿Dónde vas?". Él respondió: "A la clase de tu padre Sa‘îd Ibn Al Musaiiab, para poder aprender". Ella dijo entonces: "Siéntate, yo te enseñaré lo que Sa‘îd conoce". Durante un mes ‘Abdullah no asistió a la clase, pues los conocimientos que esta bella jovencita había aprendido de su padre (y le estaba transmitiendo a su esposo) eran suficientes.
Otra de estas notables eruditas fue Fâtimah, la hija del autor de Tuhfah Al Fuqahâ': ‘Alâ' Ad Dîn As Samarqandi (fallecido en el 539 H). Ella fue una faqîhah y una erudita por derecho propio. Había aprendido fiqh de su padre, y memorizó su libro At Tuhfah. Su padre la casó con un estudiante suyo llamado ‘Alâ' Ad Dîn Al Kâsâni, altamente distinguido en los campos de Al usûl y Al furû‘. Además, escribió un comentario sobre Tuhfah Al Fuqahâ' titulado Badâ'i‘ As Sanâ'i‘ y se lo mostró a su shaij, quien quedo encantado con el mismo y lo aceptó como mahr (dote) para su hija, a pesar que él había rehusado otros ofrecimientos de matrimonio para su hija de algunos reyes bizantinos. Los fuqahâ' de su época dijeron: "Él hizo un comentario de su Tuhfah y se casó con su hija". Antes de su casamiento, Fâtimah acostumbraba a dictar fatâua con su padre, y fueron escritas con su letra y la de su padre. Después de casarse con el autor de Al Badâ'i‘, las fatâua aparecieron escritas con la letra de ella, la de su padre y la de su esposo. Su esposo cometía errores, pero ella estaba allí para corregirlos.[18]
‘Â'ishah, las otras esposas del Profeta , la hija de Sa‘îd Ibn Al Musaiiab, Fâtimah As Samarqandi, y otras famosas eruditas, no constituyeron algo único en su género o extraño entre las mujeres musulmanas. Existían innumerables mujeres cultas que estudiaban cada rama del conocimiento, y llegaron a destacar en diversas esferas. Ibn Sa‘d dedicó un capítulo de At Tabaqât para referirse a los Ahâdîz transmitidos por mujeres, en los cuales menciona más de 700 mujeres que relataron Ahâdîz del Profeta , o de narradores fidedignos de entre los Sahâbah. De esas mujeres, a su vez, muchos prominentes eruditos y A'immah también narraron Ahâdîz.
Al Hâfidh Ibn ‘Asâkir (fallecido 571 H.), uno de los narradores más fiables de Ahâdîz, tan acreditado que fue conocido como Hâfidh Al Ummah, contó ochenta y tantas mujeres entre sus Shuiûj y profesoras.[19] Si tenemos en cuenta que este sabio nunca abandonó la parte oriental del mundo islámico, y nunca visitó Egipto, el Norte de África o Andalucía - lugares que estaban aún más atestados de mujeres sabias - comprobaremos que el número de mujeres cultas a las cuales jamás encontró era aún mayor que aquellas de quienes recibió conocimiento.
Una de las frases más utilizadas por los eruditos en sus libros de Ahâdîz es: "Ash shaijah al musnidah as sâlihah tal y tal, hija de fulano, me dijo lo siguiente..." Entre los nombres mencionados por el Imâm Al Bujâri están los de: Sitt Al Uzarâ', Uazîrah Bint Muhammad Ibn ‘Umar Ibn As‘ad Ibn Al Munayya At Tunûjiiah y Karîmah Bint Ahmad Al Maruaziiah. Ellas fueron mencionadas por Ibn Hayar Al ‘Asqalâni en la introducción de su obra Fath Al Bâri'.[20]
La posición de estas grandes mujeres está realzada por el hecho de que eran sinceras y confiables más allá de cualquier insinuación de sospecha o duda; un estatus que muchos hombres no pudieron alcanzar. Esto fue resaltado por el Imâm Al Hâfidh Adh Dhahabi en su obra Mîzân Al I‘tidâl, donde manifiesta que encontró alrededor de 4.000 hombres cuyos relatos son dudosos, luego continúa esa observación con el comentario: "Yo nunca conocí alguna mujer que fuera acusada de ser indigna de confianza o cuyo Hadîz fuera rechazado."[21]
La mujer musulmana de hoy, observando la magnífica herencia de las mujeres en la historia islámica, se siente embargada con el deseo de conocimiento, como estas mujeres prominentes que solamente llegaron a ser famosas y renombradas a lo largo de la historia por la virtud de su sabiduría. Sus mentes pudieron desarrollarse, y sus modales pudieron crecer en sabiduría, madurez y discernimiento, únicamente a través de la adquisición del conocimiento útil, benéfico y correcto.
No es supersticiosa
La musulmana bien informada e inteligente evita todas las supersticiones necias y los mitos sin sentido tendientes a llenar las mentes de las mujeres ignorantes e incultas. La mujer musulmana que entiende las enseñanzas de su religión cree que consultar y aceptar las palabras de los adivinos, agoreros, magos y otros dispensadores de superstición y mitos, es uno de los mayores pecados que anulan las buenas acciones de la creyente. Y además, está convencida de que ello marcará su destino en la vida futura. Muslim relató de algunas de las esposas del Profeta que él dijo lo siguiente:
"Quien vaya a un adivino y le consulte, sus oraciones no serán aceptadas durante cuarenta días".[22]
Abû Dâûd relató el Hadîz de Abû Hurairah en el cual el Profeta dijo:
"Quien vaya a un adivino y crea lo que le diga habrá descreído lo que fue revelado a Muhammad".[23]
Nunca deja de leer y estudiar
La musulmana no deja que sus deberes domésticos y sus responsabilidades como madre le impidan leer holgadamente, porque comprende que la lectura es la fuente que le suministrará el nutriente y conocimiento necesario para que su mente florezca y crezca.
La musulmana comprende que la búsqueda de conocimientos es un deber exigido por su Fe para que no cese de nutrir su mente con sabiduría, no importa cuán ocupada esté con el trabajo casero o el cuidado de sus hijos. Ella puede tomar los ratos libres del día para sentarse a leer un buen libro o una revista informativa y útil, para así poder ampliar sus horizontes con algún conocimiento académico, social o literario y de ese modo acrecentar sus capacidades intelectuales.