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La Verdadera Musulmana Es Amigable Y Simpática

La musulmana sensible es amigable y simpática. Hace amigas con otras mujeres, se junta con ellas, y a ellas a su vez, les gusta encontrarla y hacer amistad con ella debido a su carácter tierno, refinado y atractivo y al buen trato que les dispensa. Estas son las mejores cualidades que una mujer puede alcanzar, ya que les da derecho a juntarse con otras mujeres, ganar su confianza, y tener influencia sobre ellas. Las mujeres solamente escucharán a la persona que les agrade, sea de su confianza, y con quien se sientan cómodas; y solamente serán persuadidas por una mujer que traiga consigo una actitud de confianza, amistad y respeto.

   De allí, que existan numerosos Ahâdîz que encomienden la clase de persona amigable y querida por los demás. Tal persona, sea hombre o mujer, es una de las escogidas, y queridas por el Profeta , y estarán más próximas a él en el Día del Juicio:

"¿Os digo quién de entre vosotros será más amado por mí y estará más próximo a mí el Día de la Resurrección?". Él lo repitió dos o tres veces, y ellos dijeron: "Sí, Mensajero de Allah". Él dijo: "Aquellos de vosotros que tengan la mejor actitud y el mejor carácter".[1] Algunos relatos añaden: "Aquellos que tengan los pies sobre la tierra, y sean humildes, se lleven bien con los demás, y con quienes los otros se sienten cómodos".

    Uno de los atributos más importantes de la musulmana es que se lleva bien con otras personas y las otras personas se sienten cómodas con ella. A ella le gusta la gente y a la gente les agrada ella. Si no fuera así,  no sería capaz de transmitir el mensaje, o lograr algo significativo. La persona que no sea así, no tendrá bondad, tal como nos dice el siguiente Hadîz:

"El creyente, se lleva bien con las personas, y ellos se sienten cómodos con él. No hay bondad en quien no se lleve bien con las personas y con quienes ellos no se sientan cómodos".[2]

   El Profeta estableció el más elevado ejemplo de buen comportamiento hacia la gente. Él era muy hábil en suavizar los corazones de las personas e instarlos a que siguieran su ejemplo de hecho y de palabra. Él demostró además cómo llegar a los corazones de la gente, ganando su amor y admiración. Siempre se mostraba alegre y de buena disposición, nunca era severo. Cuando iba a cualquier reunión, se sentaba donde hubiera un espacio libre y les decía a los demás que hicieran lo mismo. Trataba a todo el mundo con equidad, para que nadie que estuviera presente en una reunión sintiera que alguien estaba recibiendo un trato preferencial.  Si alguien venía hacia él y le preguntaba algo, él lo daba a conocer a los otros o al menos, respondía con palabras amables. Su buena actitud se extendía hacia todos, siendo como un padre para ellos. La gente que se reunía en torno a él, eran iguales, solamente diferenciados por su grado de taqua. Ellos eran humildes, respetaban a sus mayores, mostraban compasión para con los jóvenes, daban prioridad a los necesitados, y cuidaban a los forasteros.

   El Profeta nunca decepcionó a nadie que viniera a preguntarle sobre algún asunto. Existen tres características que él no poseía: no era controvertido, no hablaba demasiado, y no se preocupaba por asuntos que no eran de su incumbencia. Existen tres cosas que él jamás hizo a la gente: nunca criticaba a nadie, nunca decía "¡Avergüénzate!” a nadie, y nunca buscaba las faltas de nadie. Además, él nunca decía nada que no fuera para esperar recompensas. Cuando hablaba, la gente que lo rodeaba escuchaba atentamente sentada como si tuvieran pájaros sobre sus cabezas. Cuando estaba en silencio, comenzaban a hablar. Ellos nunca discutieron unos con otros en su presencia. Ellos le sonreían a lo que el Profeta sonreía, y estaban impresionados con aquello que lo impresionaba. El Profeta era paciente con un forastero torpe en sus pedidos o preguntas, y sus compañeros le pedirían al forastero que hablara suavemente. Él dijo: "Si veis a alguien necesitado, entonces, ayudadlo". Él nunca aceptó el elogio, salvo de alguien que le agradecía un favor, y nunca interrumpió a alguien que estuviera hablando; esperaba hasta que la persona señalaba que había concluido, o se levantaba.[3]

'Âishah, que Allah esté complacido con ella, nos dijo que él solía ser cauteloso con la peor clase de gente, por eso les hablaba amablemente y los trataba bien. Cierta vez, un hombre pidió permiso para entrar donde él estaba y dijo: "Déjalo entrar ¡Qué mal hermano de su tribu es!". Cuando el hombre entró, le habló suavemente. 'Âishah, luego dijo: "¡Oh Mensajero de Allah!, tú has dicho lo que has dicho, y luego le hablas suavemente". Él dijo: "¡Oh 'Âishah! La peor de las personas es aquella que es evitada por la gente (o que son amables con él) debido a que temen su calumnia".[4]

   Sin ninguna duda, la mujer musulmana madura y receptiva de la guía del Islam sigue los pasos de su Profeta en sus relaciones con todas las personas, sean buenas o malas, para ser querida, aceptada, y respetada, entre todas las mujeres que la conocen o la escuchan.


[1]   Relatado con un isnâd jayyid por Ahmad, 2/185.
[2]   Relatado por Ahmad y Al Bazzâr; los hombres del isnâd de Ahmad son riyâl al sahîh. Ver Mayma 'al Zawâ'id, 8/87, Bâb al mû'min ya'laf wa yû'lif.
[3]  Ver Hayât al Sahâbah, 1/22,23.
[4]  Fath Al Bâri’, 10/471, Kitâb al adâb, bâb ma yajuz min ightiyab ahl al fasad wa'l - rayab; Sahîh Muslim, 16/144,  Kitâb al birr wa'l sillat wa'l adâb, bâb mudarah man yutqi fuhshihi.
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