La Verdadera Musulmana Es Generosa
Una de las características de la mujer musulmana que se adhiere a las enseñanzas del Islam es que es generosa y da espontáneamente. Ella siempre extiende sus manos para dar a quienes estén padeciendo necesidades. Tan pronto como escucha la llamada de quien está en dificultades o sea oportuno dar generosamente, responde a la necesidad.
Ella tiene la certeza de que cualquier cosa que dé no se desperdiciará porque estará registrado por Quien tiene absoluto conocimiento de todas las cosas:
[Y lo que sea que deis en caridad, Allah, ciertamente lo sabe.] (2: 273)
Ella también cree que cuando gasta su dinero generosamente en cualquier cosa, éste le regresará multiplicado y que Allah multiplicará su recompensa en este mundo y en el próximo:
[El ejemplo de quienes contribuyen con sus bienes por la causa de Allah es como el de un grano que produce siete espigas, cada una de ellas contiene cien granos. Y Allah multiplica [la recompensa] de quien Él quiere, y Él es Vasto, Omnisciente.] (2: 261)
[…y todo lo que gastéis en caridades Él os lo compensará.] (34: 39)
[Toda caridad es en beneficio propio y sólo hacedla para complacer a Allah. Y se os recompensará por cuanto deis y no seréis oprimidos.] (2: 272)
Por otra parte sabe que si no está a salvo de la mezquindad de su propia naturaleza y de su deseo de acumular riquezas y tesoros, a la larga, su riqueza se perderá y será dilapidada, tal como dijo el Profeta :
Cada mañana que se levanten los siervos de Allah, dos ángeles descenderán. Uno de ellos dirá: “¡Oh Allah! Otorga compensación a quien gaste, (en caridad)'. Y el otro dirá: '¡Oh Allah! Provoca la perdición de quien sea tacaño".[1]
Y en el Hadîz qudsii:
"¡Gastad (en caridad), Oh hijos de Âdam!, y yo gastaré en vosotros".[2]
La fiel musulmana cree que gastar dinero por la causa de Allah no disminuirá su patrimonio en lo más mínimo; al contrario, éste se vera bendecido, purificado, e incrementado, como manifestó el Profeta : "La caridad no disminuye la riqueza...".[3]
Ella sabe que todo lo que gaste por la causa de Allah es, de hecho, lo que verdaderamente estará a salvo porque quedará registrado en el libro de las buenas acciones, mientras que todo lo demás desaparecerá con el transcurso del tiempo.
"El Profeta llamó la atención de los musulmanes a esta elevada comprensión de la caridad generosa, cuando le preguntó a 'Âishah, que Allah esté complacido con ella, qué era lo que había quedado de un cordero sacrificado por ellos. Ella le dijo: ‘Nada más que el brazuelo’. Él dijo entonces: "Todo lo demás, excepto el brazuelo, está salvado".[4]
Gracias a todos estos ejemplos, la fiel musulmana se siente altamente motivada para dar generosamente cualquier posesión o mercancía que posea.
Un ejemplo de caridad por parte de la mujer musulmana es un relato muy conocido narrado por Bujâri de Ibn 'Abbâs , quien dijo:
El Profeta salió el día del ''Îd y rezó dos rakahs sin realizar ninguna oración antes o después de éstas. (Es decir, que sólo rezó dos rakahs). Luego, fue hacia las mujeres y las exhortó a que dieran caridad, y ellas comenzaron a dar sus pendientes y collares en caridad".[5]
Según otro relato brindado también por Bujâri:
"Él fue hacia las mujeres y las exhortó a que dieran caridad, entonces, comenzaron a arrojar sus anillos en el manto de Bilâl".[6]
Un tercer relato de Bujâri, narrado por Ibn 'Abbâs, manifiesta que el Profeta rezó dos rakahs el día del 'Îd sin ninguna otra oración antes o después de éstas (es decir, que solamente rezó dos rakahs), luego se dirigió hacia donde estaban las mujeres, y Bilâl estaba acompañándolo; él las exhortó a que dieran caridad, y las mujeres comenzaron a arrojar sus pendientes".[7]
Las esposas del Profeta y las mujeres de los salaf establecieron el más encumbrado ejemplo de caridad generosa, y sus actos fueron registrados por la historia en cartas esclarecedoras.
En su biografía de 'Âishah, titulada Siyar a'lâm al nubalâ', Adh Dhahabî manifiesta que ella dio 70.000 dirhams en caridad en la época en que colocaba parches a su escudo.
Mu'âwiyah le envió 100.000 dirhams, y ella lo distribuyó todo en caridad antes del anochecer. Su sirvienta le dijo: "¿Por qué no compró carne por valor de un dirham con ello?". Ella dijo: "¿Por qué no me dijiste de hacerlo antes?".
Mu'âwiyah también le envió brazaletes por valor de 100.000 dirhams que ella repartió entre las otras esposas del Profeta .
Ibn al Zubayr también le envió dinero en dos vasijas que sumaban 100.000 dirhams. Ella pidió una gran bandeja y comenzó a repartir el dinero entre la gente. Cuando vino la noche dijo: "Jovencita, tráeme mi futûr (la comida para romper el ayuno)" pues ella, que Allah esté complacido con ella, acostumbraba ayunar todo el tiempo. La jovencita le dijo: "¡Oh madre de los creyentes! ¿No nos podríais haber comprado carne por el valor de un dirham?". Ella contestó: "No me regañes; si me lo hubieras recordado, ciertamente lo habría hecho".
Su hermana Asmâ no era menos generosa. Abdullâh ibn al Zubayr dijo de ella: "Jamás vi a dos mujeres más generosas que 'Âishah y Asmâ, pero sus modos de generosidad eran diferentes. 'Âishah acumulaba cosas para luego distribuirlas, mientras que Asmâ nunca guardaba nada para el día siguiente".
La esposa del Profeta, Zaynab bint Yahsh, solía trabajar con sus propias manos y daba caridad de sus ganancias. Ella era de las esposas del Profeta la más propensa a dar espontáneamente y en hacer buenas obras. Según a un Hadîz narrado por el Imâm Muslim proveniente de 'Âishah, que Allah esté complacido con ella, el Profeta habló de Zaynab a sus otras esposas, y dijo: “La primera de vosotras que se juntará conmigo (después de la muerte) será la que tenga la mano más larga". Dijo 'Âishah: "Ellas comenzaron a medir sus manos una con otra para ver quien tenía la mano más larga, y quien tenía las manos más largas de todas nosotras era Zaynab, porque solía trabajar con sus propias manos, y daba caridad de sus ganancias".[8]
Umar ibn al Jattab envió a Zaynab su salario anual, y cuando se lo trajeron, ella dijo: "¡Que Allah perdone a 'Umar! Otras hermanas mías son más capaces de distribuir esto, que yo". Ellos le dijeron, "Todo esto es para ti". Ella dijo: "¡Subhân Allah! Vaciadlo y cubridlo con un manto". Luego dijo a Barzah bint Rafî', el narrador de este relato: "Coloca tu mano dentro de la pila de monedas, toma un puñado y dáselo a los Banû fulano y a los Banû mengano" -quienes eran huérfanos o emparentados a ella. Esto fue repetido hasta que sólo quedo un puñado de monedas debajo del manto. Barzah bint Rafî' le dijo a Zaynab: "¡Que Allah te perdone, Madre de los Creyentes! ¡Por Allah ! es nuestro derecho el quedarnos con algo". A lo que Zaynab respondió: "Lo que queda debajo del manto es para ti". Encontraron ochenta y cinco dirhams bajo el manto. Zainab dijo: "¡Oh Allah!, no me dejes vivir, para recibir otro pago como este de 'Umar." Murió antes de que llegará el período del próximo pago. [9]
Ibn Sa´d relató que cuando le fue traído el dinero a Zaynab, ella comenzó a decir: "¡Oh Allah! No me dejes ver este dinero nuevamente, el próximo año porque es una fitnah (tentación)". Después lo distribuyó todo entre sus parientes y los necesitados. 'Umar escuchó acerca de esto, y dijo: "Esta mujer está destinada al bien". Luego fue a su casa, se paró en su puerta y le transmitió su salâm. Luego dijo: "He oído que lo has repartido a los demás". Entonces le envió mil dirhams para mantenerse a sí misma. Pero ella hizo lo mismo al no guardarse ni un solo dirham o dînâr para sí.
Entre las mujeres de cuya generosidad presta testimonio la historia, se encuentra Sakînah bint al Husayn quien daba generosamente todo lo que tenía. Si no tenía dinero, ella se sacaba sus propias joyas y se las daba a los indigentes.
'Atîkah bint Yazîd ibn Mu 'âwiyah entregó todo su dinero a los miembros pobres de la familia de Abû Sufyan.
Umm al Banîn, la hermana de 'Umar ibn 'Abdul 'Azîz, fue un maravilloso ejemplo de caridad generosa. En cierta ocasión ella dijo: "Todo el mundo tiene una pasión, y mi pasión es la caridad". Ella solía liberar esclavos cada semana, y también equipaba a caballeros para luchar por la causa de Allah . Decía: "¡Uff a la mezquindad! Si fuese un camisón no la usaría, y si fuera un camino no lo seguiría”.[10]
Zubaydah, la esposa del Jalîfah Harûn al Rashîd, hizo cavar un canal para traer agua desde los manantiales y lagunas hacia Makkah, y así proveer de agua fresca a los habitantes de la ciudad y a los peregrinos. Este canal fue llamado 'Ayn Zubaydah (el manatial de Zubaydah), y fue conocido como una de las maravillas del mundo de su tiempo. Cuando su tesorero le objetó el elevado costo de su proyecto, ella le dijo: "Hazlo, aunque cada golpe de hacha cueste un dînâr".
Si siguiéramos examinando a todas las mujeres de nuestra historia que fueron pioneras en la caridad generosa, podríamos llenar volúmenes enteros. Para nosotros es suficiente saber que esta clase de mujeres creyentes, generosas, y caritativas jamás desaparecieron de las sociedades musulmanas, desde los albores del Islam hasta el día de hoy. En cada época y en cada región del mundo islámico estas mujeres han mantenido una posición noble y prominente y su generosidad fue recibida en las diversas fundaciones benéficas de los musulmanes. Ellas limpiaron las lágrimas del huérfano, y beneficiaron a instituciones caritativas, escuelas, mezquitas, hospitales, etc.., que existen a lo largo de los países musulmanes. Estas mujeres seleccionaron áreas carenciadas, de pobreza, desposeídas, y míseras, para diseminar su generosidad sobre los menos afortunados al establecer instituciones caritativas. Estas instituciones contribuyen a aliviar el sufrimiento del desdichado, aminorar las penurias del afligido, y visten al desamparado.
La musulmana que de verdad comprende las enseñanzas de su religión, jamás menospreciará ninguna obra de caridad, no interesa cuán pequeña pueda ser esta. Por el contrario, se esfuerza en realizar buenas obras con la firme convicción de que Allah recompensará sus buenas obras sin importar cuán pequeñas sean porque Allah dijo:
[Allah no exige a nadie por encima de sus posibilidades.] ( 2: 286)
Ella también hace caso de las siguientes palabras del Profeta : "Protegéos del Fuego, aunque sea con la mitad de un dátil".[11]
"¡Oh 'Âishah! Protégete del Fuego, aunque sea con la mitad de un dátil, ya que puede beneficiar tanto a un hambriento como a alguien que tiene suficiente para comer".[12]
La musulmana puede dar caridad de cualquier cosa que posea, ya sea de la comida del hogar o del dinero de su marido, mientras él se sienta feliz de que su esposa lo haga. En ese caso, ella será recompensada por lo que gaste, y su marido será recompensado por lo que gane, y el tesorero también será recompensado, como está afirmado en cierto número de Ahâdîz narrados por Bujâri, Muslim, y los demás, por ejemplo:
"Si una mujer da en caridad la comida de su casa (de acuerdo a un relato dado por Muslim: de la casa de su marido), sin gastar de un modo, en que pudiera causar la ruina de su marido, entonces, ella será recompensada por lo que él gane, y el tesorero será recompensado de manera similar, y la recompensa de uno de ellos, no desmerecerá la recompensa del otro." [13]
El Islam quiere que los musulmanes, tanto hombres como mujeres, sean miembros constructivos y benéficos de sus sociedades ayudando siempre a los desposeídos y menesterosos con lo mejor de sus capacidades. Cada buena obra está descrita como un acto de caridad (sadaqah) tal como dijo el Profeta :
"Todo musulmán debe dar caridad." Ellos dijeron: "Mensajero de Allah ¿Qué sucede si no lo puede hacer?”. Él dijo: "Entonces que ayude a quien esté en grave necesidad". Ellos dijeron de nuevo: “¿Qué sucede si no lo puede hacer?”. Y el Mensajero dijo: "Entonces que haga el bien y se abstenga de hacer el mal, y ése será un acto de caridad por su parte".[14]
El Islam ha abierto a lo largo y a lo ancho los portales de las buenas obras, tanto a los hombres como a las mujeres, a los ricos e igualmente a los pobres, con el propósito de que todos tengan la oportunidad de hacer el bien. A todos los que pronunciaron las palabras de la Shahâdah, se les exige realizar buenas acciones, denominadas sadaqah. La persona pobre no necesita sentirse privada de la oportunidad de hacer el bien dentro de la sociedad sólo porque tiene poco o nada de dinero. Cada buena obra o favor esta descrito como una sadaqah, y el hombre o la mujer pobre será recompensado por una buena obra, como el hombre o la mujer adinerados serán recompensados por el dinero que gastaron generosamente: "Toda obra buena es sadaqah".[15]
Así, el Islam garantiza a todos los miembros de una sociedad la participación en la construcción, servicio, y mejora de la misma. Y todos ellos sentirán la satisfacción de esta participación, la cual les devolverá a cambio su dignidad y honor; y asimismo les traerá su recompensa.
La musulmana generosa da a los pobres y a los necesitados que son demasiado orgullosos para pedir ayuda, lo que hace pensar a la gente que están libres de necesidades. Ella trata de buscarlos tanto como sea capaz porque son las primeras personas a quienes hay que ayudar. Éstas son las personas a quienes se refirió el Profeta cuando dijo:
"El pobre no es quien toma uno o dos dátiles, o uno o dos bocados y luego desaparece. El pobre es quien es demasiado orgulloso para pedir algo".[16]
La musulmana da caridad a los huérfanos. Si es adinerada, apadrina a un huérfano y ayuda a criarlo y a educarlo, gastando en él y cuidándolo, esperando alcanzar la elevada condición que Allah ha preparado para quien apadrina a un huérfano, condición de cercanía al Profeta en el Paraíso:
"Yo y quien cuide de un huérfano estaremos así en el Paraíso," y levantó sus dedos, índice y medio, separados. [17]
La musulmana también se esfuerza en ayudar a las viudas y a los pobres, siguiendo la guía de su religión, la cual ha prometido una gran recompensa para quien cuide de esta gente, una recompensa que rivalizará con la obtenida por quien ayune durante el día y permanezca en oración durante la noche, o por quien lucha por la causa de Allah , tal como dijo el Profeta :
"Quien se esfuerza en ayudar a la viuda y al pobre es como quien lucha en el yihâd por la causa de Allah ." Creo que él también dijo: "Y como quien permanece en oración por la noche sin descansar y ayuna continuamente sin romper su ayuno".[18]
Cuidar de las viudas y pobres y apadrinar a los huérfanos, está entre las más nobles de las obras humanas, y son las más convenientes para la mujer musulmana ya que, acrecientan su humanidad, honor, y dignidad.