La Verdadera Musulmana Es Justa En Sus Juicios
La musulmana puede ser colocada en una posición donde se le pida formar una opinión o juicio sobre alguna persona o cuestión. Allí es cuando se revelan su fe, su sentido común y su taqua. La fiel musulmana juzga imparcialmente y nunca es injusta, prejuiciosa o influenciada por sus propios caprichos. Da igual cuáles sean las circunstancias, porque ella comprende de las enseñanzas del Islam que ser justa y evitar la falta de equidad está en el mismo corazón de su fe, como está establecido en los claros e inequívocos textos del Corán y la Sunnah, y expresado en los mandatos que no dan lugar al equívoco:
[Allah os ordena que restituyáis a sus dueños lo que se os haya confiado, y que cuando juzguéis entre los hombres lo hagáis con equidad...] (4:58)
La justicia conocida por los musulmanes y la sociedad islámica es una justicia absoluta y pura. No se ve influenciada por la amistad, el odio, o los vínculos de sangre:
[¡Oh, creyentes! Sed firmes con [los preceptos de] Allah, dad testimonio con equidad y que el rencor no os conduzca a obrar injustamente. Sed justos, porque de esta forma estaréis más cerca de ser piadosos. Y temed a Allah; Allah está bien informado de lo que hacéis.] (5:8)
[Cuando habléis [para declarar o decir algo] deberéis ser justos, aunque se trate en contra de un pariente...] (6:152)
El Profeta estableció el más elevado ejemplo de justicia cuando Usâmah Ibn Zaid vino a interceder por la mujer Majzûmiiah que había cometido robo, y el Profeta había decidido cortar su mano. Él dijo: "Usâmah ¿Acaso intercedes en lo que respecta a uno de los castigos decretados por Allah? ¡Por Allah! Si Fâtimah, la hija de Muhammad, hubiera cometido robo yo habría cortado su mano".[1]
Esta justicia es absoluta y universal, aplicada tanto al poderoso como al pequeño, al príncipe como al plebeyo, a los musulmanes como a los no musulmanes. Nadie puede escapar a su dominio y esto es lo que diferencia a la justicia de las sociedades islámicas de la justicia en otras sociedades.
La historia registra el asombroso relato que gana el respeto de las instituciones de justicia de todo el mundo en todos los tiempos: El jalîfah ‘Ali Ibn Abî Tâlib se encontraba cara a cara en la corte con un oponente judío que había robado su escudo. El qâdi Shuraih no dejó que su gran respeto por el jalîfah le impidiera pedirle una evidencia de que el judío había robado efectivamente su escudo. Cuando el jalîfah no pudo demostrar tal evidencia, el qâdi dictaminó a favor del judío y en contra del jalîfah. La historia islámica está llena de ejemplos similares que señalan hasta qué grado prevalecían la verdad y la justicia en la sociedad islámica.
Por lo tanto, la musulmana que verdaderamente se adhiere a las enseñanzas de su religión es justa en hecho y en palabra. Y esta postura suya se ve reforzada porque la verdad y la justicia son una parte antigua de su herencia y constituyen una parte sagrada de su creencia.
[1] Al Bujâri y Muslim. Ver Sharh As Sunnah 10/328, Kitâb al hudûd, bâb qat‘ iad ash sharîf ua al mar'ah ua ash shafâ‘ah fi al hadd.