La Verdadera Musulmana Se Abstiene De Calumniar El Honor De Otras Personas Y De Buscar Sus Defectos
La musulmana temerosa de Dios contiene su lengua y no busca los defectos de la gente, tampoco calumnia su honor, al mismo tiempo que detesta ver dichas conversaciones propagadas en la comunidad musulmana. Ella actúa en conformidad con la guía del Corán y la Sunnah que proclaman una severa advertencia a aquellos hombres y mujeres corruptos que se complacen en calumniar el honor de los demás. Ellos serán los que sufrirán un terrible castigo en este mundo y en la vida futura.
[Aquellos que desean que se propague la obscenidad entre los creyentes, tendrán un doloroso castigo en esta vida y en la otra...] (24:19)
La persona que se entregue a calumniar el honor de la gente y propague noticias de escándalo en toda la comunidad es como la persona que comete el acto escandaloso, tal como expresó ‘Ali Ibn Abî Tâlib :
"La persona que cuente noticias de escándalo y la persona que propague esas noticias son pecadoras por igual".[1]
La verdadera musulmana comprende que las imperfecciones humanas de algunas mujeres débiles o descuidadas no pueden ser abordadas buscando sus defectos y errores, y transmitirlos a lo largo de la comunidad. El modo de abordarlos es ofreciendo un consejo acertado a estas mujeres en cuestión, alentándolas a obedecer a Allah , y enseñándoles a que aborrezcan la desobediencia, siendo siempre francas, sin herir sus sentimientos y sin confrontarlas.
Las palabras amables y un acercamiento cortés cuando se explica la verdad abre los corazones y las mentes, y conduce a la completa sumisión física y espiritual. Por esa razón, Allah prohíbe a los musulmanes espiarse unos a otros y buscarse los defectos:
[No os espiéis...] (49:12)
Exponer las imperfecciones de la gente, buscar sus defectos, espiarlos, y contar chismes sobre ellos, son acciones que no solamente lastiman a la gente afectada sino que también dañan a la sociedad en la que ellos viven. Por tanto, el Corán emitió una severa advertencia a quienes les guste propagar el escándalo en la comunidad, porque donde se propague el escándalo en una comunidad el honor de la gente se verá insultado y los rumores, confabulaciones y sospechas se incrementarán. Así, la enfermedad de la promiscuidad se extenderá, la gente se volverá inmune a los actos de desobediencia y pecado, los vínculos de hermandad se romperán, y surgirán el odio, la enemistad, las conspiraciones y la corrupción.
Esto es a lo que el Profeta se refería cuando dijo:
"Si buscáis los defectos de los musulmanes, vosotros los corromperéis, o estaréis cerca de corromperlos".[2]
Por eso el Profeta dio una severa advertencia a los musulmanes en contra del peligro de calumniar el honor de la gente y exponer sus defectos. Él amenazó a quien tomara estos asuntos ligeramente que sería expuesto aunque se escondiera en la parte más recóndita de su hogar.
"No lastiméis los sentimientos de los siervos de Allah, no los avergoncéis, y no busquéis exponer sus defectos. A quien busque poner al descubierto los defectos de su hermano musulmán Allah buscará poner al descubierto sus defectos y exponerlos aunque se oculte en la parte más recóndita de su hogar." [3]
El Profeta estaba profundamente ofendido con quienes eran entrometidos, sospechaban, dudaban, o buscaban socavar la reputación y el honor de la gente. Él se ponía muy furioso cuando escuchaba alguna noticia de estos agresores que herían a otras personas. Ibn ‘Abbâs describió la ira del Profeta y su rigor para con aquellos que calumniaban el honor de los demás:
"El Profeta dio un sermón que llegó hasta los oídos de las vírgenes en sus alcobas privadas, en el que dijo: '¡Oh, vosotros que habláis palabras de fe cuando la fe aún no ha penetrado en vuestros corazones! No lastiméis los sentimientos de los creyentes, y no busquéis sus defectos. A quien busque los defectos de su hermano musulmán Allah le buscará sus defectos, y todos serán puestos al descubierto, aunque se esconda en la parte más recóndita de su casa".[4]
Estas duras palabras que fueron escuchadas hasta por las jóvenes vírgenes retiradas en sus aposentos privados reflejan la ira que sintió el Profeta . Él comenzó su sermón con las palabras: "¡Oh, vosotros que habláis palabras de fe cuando la fe aún no ha penetrado en vuestros corazones!" ¡Qué grande es el pecado de quienes están incluidos entre aquellos cuyos corazones son despojados de la gracia de la fe!