La Verdadera Musulmana Se Caracteriza Por Su Recato (Haiâ')
Las mujeres son recatadas por naturaleza, y lo que quiero decir aquí por recato es la misma definición de los ‘ulamâ': actitud o disposición noble que siempre motiva a una persona a mantenerse alejada de lo detestable y a evitar descuidar las obligaciones hacia quienes tienen derechos sobre ella. El Profeta fue el ejemplo más elevado de recato, como describió el gran Sahâbi Abû Sa‘îd Al Judri:
"El Mensajero de Allah era más recatado que la virgen guardada en su alcoba. Si veía algo que le desagradaba lo sabíamos por la expresión de su rostro".[1]
El Profeta elogió la actitud de recato en cierto número de Ahâdîz, y aclaró que es bondad pura tanto para quien posee esta virtud como para la sociedad en la que esta persona viva.
‘Imrân Ibn Husain dijo: "El Profeta dijo: 'El recato no trae sino el bien'".[2] De acuerdo a un relato brindado por Muslim, él dijo: "El recato es completamente benéfico".[3]
Abû Hurairah dijo:
"El Profeta dijo: "La fe tiene setenta y tantas ramas. La más grande de éstas es decir Lâ ilâha illa Allah, y la menor de ellas es apartar algo perjudicial del camino. El recato es una de las ramas de la fe".[4]
La verdadera musulmana es recatada, cortés, tierna, y sensible a los sentimientos de los demás. Nunca dice o hace algo que pueda dañar a la gente u ofender su dignidad.
La actitud de recato está profundamente enraizada en su naturaleza y sustentada por su comprensión del concepto islámico de recato que la protege contra el equívoco o el desvío de las enseñanzas islámicas en su trato con los demás. Ella no sólo se siente recatada frente a la gente, sino que también se siente recatada ante Allah . Es cautelosa para no dejar que su fe se contamine con la maldad, porque el recato es una de las ramas de la fe. Éste es el nivel más elevado que puede ser alcanzado por una mujer caracterizada por su recato.