EL LIBRO DE LAS CUESTIONES PROHIBIDAS
Dios - alabado sea - dice:
“No hagáis ni digáis nada si no tenéis conocimiento.”. El Sagrado Corán (17:36)
Y dice también - alabado sea-:
"No pronunciará palabra alguna sin que tenga a su lado un ángel preparado para registrarla". El Sagrado Corán (50:18)
873. Abdula Ibn Mas’ud (que Dios esté complacido de él) narró que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Una acción verdadera te lleva por el camino de la virtud y las buenas acciones, y la virtud construye el camino de la persona hacia el Paraíso, y dicha persona seguirá hablando la verdad hasta que, a la vista de Dios, es nombrada Siddiq o Leal. La mentira lleva al vicio, y el vicio a los actos indecentes. Y si la persona sigue mintiendo delante de Dios, será llamada mentirosa".
874. Abdula Ibn Amr Ibn Al Aas (que Dios esté complacido de ambos) narró que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "Existen cuatro hábitos que, si los encuentro en una persona, indicarán que es un perfecto hipócrita. Si encuentro alguno de estos comportamientos en una persona, entonces tiene una señal de hipocresía, hasta que la abandone. Las cuatro características de un hipócrita son: (1) que cuando se le confie algo, estafe; (2) que cuando hable, mienta; (3) que cuando prometa, no cumpla; y (4) que cuando riña; comience a abusar".
875. Ibn Abbas (que Dios esté complacido de ambos) narró que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: una persona que urda un falso sueño que no haya soñado, será llamado en el Día del Juicio a atar un nudo entre dos granos de cebada, lo que no podrá hacer; y a una persona que escuche furtivamente a otra, en el Día del Juicio se le echará plomo fundido en los oídos; y la persona que pinte el retrato de un ser viviente será castigada y obligada a infundirle vida, lo que no podrá hacer.
876. Ibn ’Umar (que Dios esté complacido de ambos) narró que el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: El mayor difamador es aquella persona que sostenga haber visto con sus ojos algo que no ha visto.
Esto es, que mienta diciendo que ha visto un sueño o hecho que no ha visto en absoluto.
877. Samura Ibn Yundub (que Dios esté complacido de él) narró: El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) ocasionalmente solía preguntar a sus compañeros: ¿Ha visto alguno de vosotros un sueño? Entonces aquél que hubiera visto un sueño lo relataba, lo que Dios deseaba que fuese relatado. En cierta ocasión el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) nos relató: (Anoche) dos personas se me aparecieron en un sueño y me pidieron que fuese con ellas. En consecuencia, las acompañé y llegamos hasta donde había un hombre que yacía y otro hombre que estaba parado junto a él con una gran piedra en su mano, con la que golpeaba y aplastaba su cabeza. Después que la piedra golpeó la cabeza del hombre, rodó a cierta distancia de él. El que golpeaba fue tras la piedra, la cogió y volvió (a golpearle otra vez). Mientras tanto, la cabeza del hombre que yacía, y que había sido golpeada, se recuperó de su anterior herida, y el que golpeaba volvió a golpearle; (y este proceso continuó). Le pregunté a mis dos acompañantes: ¡Santo es Dios! ¿Quiénes son estas dos personas? Me dijeron: "Sigamos, sigamos".
Por ello, seguimos adelante y encotramos un hombre que yacía en el suelo, y otro hombre parado junto a él que llevaba en su mano una barra de hierro encorvada (cuyo extremo estaba afilado y terminaba en gancho), y atacándole de un lado le cortaba la boca hasta el cuello, y luego desgarraba su orificio nasal hasta el cuello, y le arrancaba el ojo también hacia el cuello, y a continuación pasaba al otro lado y repetía la operación que había hecho en el primero. Para entonces, el primer lado de la cara del hombre se había recuperado de sus heridas, y quien atacaba repetía la operación una vez más. (Este proceso continuó de esta manera). El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: ¡Santo es Dios! ¿Qué hacen estas personas? Me dijeron: "Sigamos, sigamos", y seguimos adelante hasta llegar cerca de un terreno cóncavo que parecía un homo. El narrador cuenta que probablemente el Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo desde el cual podíamos oír ciertos ruidos de conmoción. Miramos dentro y vimos varios hombres y mujeres desnudos que gritaban cuando las llamas les alcanzaban desde abajo. Pregunté a mis acompañantes: "¿Quiénes son?". Ellos dijeron: "Continuemos, continuemos"; y seguimos hasta que llegamos a un arroyo, cuya agua era roja como la sangre y en el que nadaba un hombre. En la orilla del arroyo estaba parado un hombre con un montón de piedras. Cuando el nadador se acercaba a él, le golpeaba con una piedra, aplastándole la cara, y se volvía; luego comenzaba a nadar otra vez, y al aproximarse nuevamente, el hombre parado en la orilla le golpeaba (otra vez) con una piedra que le aplastaba la cara. El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) pregunté a mis acompañantes: "¿Quiénes son estos dos?" Y ellos dijeron: "Vámonos, vámonos"; y continuamos nuestro viaje hasta que llegamos hasta donde una persona horriblemente fea, de aspecto muy desagradable, cerca de un fuego deslumbrante cuyo alrededor giraba. El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: Pregunté a mis dos acompañantes: "¿Quién es éste?” Ellos dijeron: Sigamos, sigamos"; y proseguimos nuestro viaje hasta llegar a un jardín que estaba lleno de todas las variedades de flores de primavera, y en el centro había un hombre tan alto que no podíamos verle la cabeza, como si estuviese tocando el cielo, y a su alrededor había muchos niños que nunca había visto antes. Pregunté a mis acompañantes: "¿Quién es este hombre, y quiénes son estos niños?". Ellos me dijeron: “Prosigamos, prosigamos"; y seguimos hasta llegar hasta un árbol tan grande, gigantesco y bello como nunca había visto antes, y mis acompañantes me dijeron que trepara al árbol. Todos trepamos y vimos una ciudad construida con ladrillos de oro y plata intercalados. Nos aproximamos a la puerta de la ciudad y pedimos permiso para entrar; una vez abierta la puerta entramos (a la ciudad) y vimos que las personas tenían cuerpos cuya mitad eran los más hermosos que pudiera imaginarse, y la otra mitad los más desagradables y feos, los más horribles que pudiera imaginarse. Mis acompañantes pidieron (a estas personas) que se sumergiesen en este río, que fluía por el centro de la ciudad, y cuya agua era pura y blanca. Se zambulleron en el río, y cuando salieron su fealdad había desaparecido, convirtiéndose en hermosísimos. El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) continuó: Mis dos acompañantes me informaron: éste es el Paraíso del Edén, y ésta será tu morada. Al levantar la vista, ví un palacio tan blanco como la nube más blanca. Los dos repitieron: "Este palacio es tuyo". Les dije: "Que Dios os bendiga; ahora permitidme entrar en él". Me dijeron: "Ahora no, pero seguramente (algún día) habrás de entrar en él". Les dije: Esta noche he visto cosas muy extrañas. ¿Qué son estas cosas que he visto? Me respondieron: "Ahora te dejaremos saberlas. La primera persona hasta la que llegaste y cuya cabeza estaba Siendo (repetidamente) aplastada con una piedra, es aquélla que tenía el hábito de memorizar el Corán para luego olvidarlo, y que no cumplía las Oraciones Obligatorias. La persona cuya boca, nariz y ojos estaban siendo desgarrados hasta su cuello es aquélla que sale temprano de su casa por la mañana para difundir aquellas mentiras que llegan a todo el mundo; los hombres y las mujeres que se quemaban en el horno eran adúlteros y adúlteras; el hombre a quien viste nadar en la corriente y ser lapidado es aquél que ganó su dinero mediante la usura. El hombre feo que estaba cerca de la hoguera era Malek, el guardián del Infierno. El hombre alto que viste en el jardín era el Profeta Abraham (que la paz sea con él), y los niños a su alrededor son aquellos que murieron conservando su esencia de inocencia innata. Uno de los musulmanes preguntó al Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él): "¡Oh, Enviado de Dios! ¿Están incluidos entre ellos los niños de los no creyentes?” El Profeta (la paz y las bendiciones de Dios sean con él) dijo: "sí, y también estaban ahí los niños de los no creyentes". Las personas con la mitad del cuerpo bello y la otra mitad feo, son aquéllas que han cometido actos virtuosos y actos malvados, y a las que Dios, alabado sea, ha perdonado.
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