El Verdadero Musulmán Respeta Los Lazos De Parentesco Según Las Enseñanzas Del Islam
El verdadero musulmán se relaciona con sus parientes y no permite que los asuntos mundanos, riqueza, esposa o hijos lo mantengan alejado de los suyos, y le impidan respetarlos y ayudarlos. Al relacionarse con sus parientes él está siguiendo las enseñanzas islámicas, las cuales regulan estas relaciones y le indican el rango de cada ser según el orden de prioridad, empezando con su madre, siguiendo con el padre, luego los otros parientes, los que están más estrechamente relacionados según el grado de parentesco. Un hombre le preguntó al Profeta (B y P): ¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Quién es la persona más merecedora de mi compañía? Él dijo: "Tu madre, tu madre, tu madre, luego tu padre, y después aquellos que están más cercanos a ti, según el grado de parentesco".[1]
El musulmán se gana dos recompensas cuando trata a sus parientes con amabilidad y respeto: una por mantener la relación familiar, y otra por dar caridad. Esto le da un mayor incentivo para ayudar a sus parientes necesitados. Haciendo esto él se gana dos recompensas de Allah, y también se ganará el afecto de sus parientes. Esto es así debido a que el Profeta (B y P) estimuló a que los musulmanes así lo hicieran en el Ĥadîz narrado por Zainab Az Zaqafiiah, la esposa de ‘Abdullah Ibn Mas‘ûd (R), quién dijo:
El Profeta (B y P) dijo: "¡Oh, mujeres! Dad caridad aunque sea con algunas de vuestras joyas". Ella dijo: Entonces regresé y le dije a ‘Abdullah Ibn Mas‘ûd: Eres un hombre de escasos recursos, y el Profeta (B y P) nos ha ordenado que demos caridad, por eso ve y pregúntale si es permisible para mí darte caridad. Si lo es, yo así lo haré, y si no, yo se la daré a otra persona. ‘Abdullah dijo: No. Ve tú y pregúntale. Luego fui, y encontré a una mujer de los Ansâr en la puerta de la casa del Profeta que también quería hacerle la misma pregunta. Nosotras sentíamos demasiada timidez para entrar, por todo el respeto que sentíamos, entonces cuando apareció Bilâl le pedimos que le transmita al Mensajero de Allah que había dos mujeres que querían saber si era permisible para ellas dar caridad a sus maridos y a los huérfanos que están bajo su cuidado. Pero le pedimos que no le dijese quienes éramos. Bilâl le llevó nuestra inquietud al Profeta (B y P), quién preguntó: "¿Quiénes son ellas?" Y Bilâl le respondió: Una mujer de los Ansâr y Zainab. El Profeta (B y P) preguntó: "¿Cuál Zainab?" Y Bilâl contestó: La esposa de ‘Abdullah. El Profeta (B y P) dijo: "Ellas tienen dos recompensas, la recompensa por mantener las relaciones familiares, y la recompensa por dar caridad".[2]
El Profeta (B y P) reafirmó la prioridad del trato amable a los parientes en todas las oportunidades. Cuando los siguientes versículos fueron revelados: {No alcanzaréis la piedad verdaderamente hasta que no deis [en caridad] de lo que amáis...} [3:92], Abû Talĥah fue a decirle al Profeta (B y P): ¡Oh, Mensajero de Allah! Allah dice: {No alcanzaréis la piedad verdaderamente hasta que no deis [en caridad] de lo que amáis...} y la más querida de mis propiedades es Bairaĥâ' (un huerto), el cual lo entrego como Sadaqah para Allah anhelando recibir Su recompensa ¡Oh, Mensajero de Allah! Dispone de ella de la manera que lo desees. El Profeta (B y P) dijo: "¡Grandioso! Haz hecho el mejor trato para tu propiedad. Pero es preferible que la repartas entre tus parientes". Entonces Abû Talĥah dijo: Así lo haré ¡Oh, Mensajero de Allah! Y la dividió entre sus parientes y primos (paternos).[3]
El Profeta (B y P) miró hacia atrás en la historia y evocó los lazos de parentesco que se remontan a siglos, cuando dijo de tratar bien a la gente de Egipto, como se ha registrado en el Ĥadîz narrado por Muslim:
"Vosotros conquistaréis Egipto, y cuando la hagáis tratad bien a los egipcios, porque ellos tienen la protección vuestra (Dhimmah) y están emparentados con nosotros (Raĥim)". O dijo: "Ellos tienen la protección vuestra y están relacionados con vosotros por matrimonio (Sihr)".
Los ‘Ulamâ' explicaron que en este Ĥadîz Raĥim se refiriere a Hâyar, la madre de Ismâ‘îl, y Sihr se refiere a Mâriah, la madre del hijo del Profeta llamado Ibrâhîm. Ambas mujeres eran de Egipto.
¡Qué lealtad y fidelidad! ¡Qué buen trato que se extiende a parientes y a compatriotas de estas dos nobles mujeres a lo largo de los siglos! Entonces no nos tiene que sorprender que el verdadero musulmán reconoce los derechos de sus parientes de buen grado, y ávidamente cumple con su deber de tratarlos amablemente y mantener unida la relación.