Los Sistemas de Gobierno en el Islam Parte # 3
SEGUNDA CUESTION: INSTAURO LA BALANZA DE JUSTICIA ENTRE TODOS Y TODAS LAS SECTAS E INDIVIDUOS, sin consideración de color e ideología, cuales quiera que sean estos, sin influencia de vínculos familiares, o por motivo de enemistad, etc... pues el estado del Islam conlleva el mensaje de su Profeta, que está dirigido a toda la humanidad como dijo Dios: "y no te enviamos sino como universal mensajero, albriciador y amonestador para los humanos"[1]. Se saca la conclusión de que a los musulmanes se les denomina "Nación Respuesta" y a las demás, el nombre de "Nación donde divulgar el mensaje"; puesto que todos son su nación,'el estado del Islam, es el estado de todos; por eso no se distingue en cuanto a la aplicación de la justicia entre la gente, ya sea de sus partidarios o no, y menos distingue entre un grupo y otro que estén sometidos bajo su poder, incluso en algunos casos, alivia de cargos y deberes a sus conciudadanos seguidores de otras sectas, como por ejemplo, no llamarles a filas para combates, teniendo en cuenta el cargarles una guerra por una doctrina que no es la suya. Porque las guerras del Islam fueron para proteger su mensaje, les absorbió del cargo de defender la nación; por el pacto y compromiso contraído de proteger sus almas, bienes y doctrina; pues el estado islámico, ve que sacarles para la guerra se contrapone a lo que fue pactado; citamos una prueba práctica sobre esto del libro de Bladury "La conquista de los países", el cual dijo: "Me contó Abu Hafs el damasquino que le contó Said Ben Abdelaziz que, cuando Hércules preparó los ejércitos, y los musulmanes se enfrentaron a ellos en la batalla de Yarmuk, devolvieron a los habitantes de Homs los tributos que les había recaudado para defenderles, cuando no pudieron hacerlo, diciéndoles: "sois libres para elegir"; y contestaron los habitantes de Homs: "vuestra protección y justicia, es más deseada por nosotros que la que teníamos antes de injusticia y ultrajanza, y rechazaremos los soldados de Hércules de la ciudad, junto con vuestro gobernador"; y se levantaron los judíos y dijeron: "juramos por la Torá, que no entrará el enviado de Hércules en la ciudad de Homs, a menos que nos venzan y destruyan", y cerraron las puertas custodiándolas.
Y lo mismo hicieron los habitantes de otras ciudades cristianas y judías que tenían pactos con los musulmanes; y dijeron: "si vencen los romanos y sus seguidores a los musulmanes, retrocederemos a lo que teníamos antes, y si no, quedaremos como ahora, siempre que los musulmanes cuenten con fuerzas".
Cuando Dios venció a los incrédulos, haciendo victoriosos a los musulmanes, abrieron sus ciudades y bailaron al son de los tambores, pagando sus tributos.
En esta batalla el gobernador musulmán, no sólo no encargó a los no musulmanes ir a la guerra (que era una guerra lícita para defender la nación)[2] sino que les devolvió los tributos que les había recaudado; y estos se empeñaron en estar al lado de los musulmanes, cerrando las puertas de sus ciudades como una defensa civil, dado que no estaban encargados de la defensa militar, y por el deseo de permanecer bajo la sombra del gobierno islámico, que les aseguró y arbitró con justicia entre ellos y los trató con equidad favoreciéndoles incluso más que a los musulmanes, cosa que no la soñaban en la etapa del dominio de los romanos sobre ellos; por tanto, los habitantes de las ciudades conquistadas, como Siria, Iraq, Egipto, etc... entraron en la religión de Dios, grupo tras grupo como es sabido.
Este otro ejemplo de la justicia entre las sectas religiosas, aunque son las que tienden trampas a los musulmanes, es lo que fue transmitido por el Imán Malek en el libro Muata narrado por Sulaiman Ben Yasar que el Apóstol de Dios (la Paz y las Bendiciones de Dios sean con El) enviaba a Abdullah Ben Rawaha a la ciudad de Jaibar en la cual le hablaron por conjeturas y le dijeron: "Esto es para tí y alívianos a nosotros y desvíate de la recaudación", y contestó Ben Rawaha: ¡Oh, judíos! juro por Dios que sois para mí lo más detestable de la creación de Dios y esto no va a contribuir a cometer injusticia contra vosotros; en cuanto lo que me ofrecisteis de soborno, es lucro e ilícito y nosotros no lo ejercemos", y dijeron: "Por esto se levantaron los cielos y la tierra”[3].
Abdullah Ben Rawaha con esta conducta, está demostrando prácticamente esta Sagrada aleya que dice: "Que el odio hacia los demás no os mueva a ser injustos con ellos. Sed justos, porque ello está más próximo a la piedad"[4]. Y si llegaran los miembros de administraciones y autoridades relevantes a un sistema de gobierno con este nivel de saturación del principio de justicia y el empeño de aplicarla incluso contra sus adversarios lo menos que se puede decir a este sistema es que es un idealista que toma en cuenta todas las consideraciones humanas que muchas veces están ignoradas por la gente competente y ¿cómo no lo ignoran los otros? Este es el sistema de gobierno en el Islam, que trajo lo que es más recto y nunca dijo a sus seguidores "No confiéis sino en quienes profesan vuestra religión"[5], como dicen los judíos a sus correligionarios sino que les advirtió que no influyera en ellos para instaurar la balanza de justicia; se insistió mucho en su libro Sagrado (el Corán) en muchas aleyas e incluso autorizó a los musulmanes para que concedieran a las otras sectas que conviven con ellos, la instalación de sus propios tribunales, y se dictó en la jurisprudencia islámica que nosotros no juzgaremos según nuestra legislación, a no ser que ellos pleitearan sobre nosotros y aceptaran nuestras sentencias. Esta es la justicia y equidad por excelencia, que no alcanzó ningún sistema de gobierno antiguo o moderno, pues aquí tenemos los sistemas de gobiernos actuales cuyos líderes los consideran como el ejemplo sublime en democracia y liberación, donde someten a las sectas religiosas subordinada a ellos con el pretexto de la unidad nacional y la ley del único juicio, aunque contrapone su particular legislación como es el caso de los musulmanes de la Unión Soviética y otros.
Aplicar la justicia con los ajenos, es más fácil que con familiares .y cercanos, porque la cortesía y el amor, perturban muchas veces la justicia y el deber, cayendo ésta en una crisis insalvable; esto no ocurre en la legislación del Islam y su estado, que está basado en la equidad, pues como había dicho el primer Califa al tomar el cargo en su primer discurso: `E1 débil de entre vosotros es fuerte para mí hasta darle su derecho; el poderoso entre vosotros, es débil para mí hasta tomar el derecho de él”[6]. No hay más poderoso que el que está vinculado al gobernador con familiaridad o prestigio influyente, pero el Islam consideró este poder como sinónimo de debilidad y expidió su orden severa a los tribunales de que pusieran la justicia en sus cauces sin mirar ninguna otra consideración, así como vino en el sagrado Corán: "Cuando sentenciéis sed ecuánimes aunque se trate de un pariente carnal"[7] y como vino en Honorable Hadiz: "Que a la tribu de Kuraich les preocupó el caso de la mujer de la tribu de Bani Magzum que había robado en la vida del Apóstol (la Paz y las Bendiciones de Dios sean con E1) y dijeron ¿quién le hablará de ella al Profeta?, ¿quién se atreve a ello si no es Usama Ben Zaid que es su amado e hijo de su amado? y le habló Usama y le contestó el Profeta (la Paz sea con El): "Abogas en una de las sentencias que dictaminó Dios" y luego se levantó y dijo: "¡Oh, humanos! ciertamente se arruinaron aquellos que fueron anteriores a vosotros que cuando entre ellos robaba el noble lo absolvieron y si robaba entre ellos el débil aplicaban la sentencia"[8].
Veamos un suceso en el cual se materializó esta gestión con toda honestidad: en el "Muata" narrado por Zaid Ben Aslam, transmitido por su padre que dijo: "Que Abdulah y Ubeidulah que son los hijos del Califa Omar cuando salieron en el ejército para Iraq y cuando terminaron pasaron por Abu Mussa Al Achari que era el gobernador de Basora, dándoles éste la bienvenida y luego diciéndoles: "si pudiera...benef`ic¡aros en alguna cosa lo haría y luego dijo ¡sí! aquí hay parte del dinero de Dios que voy a enviarlo al Califa; os lo puedo prestar para comprar cosas en Iraq, luego lo vendéis en la ciudad de Medina y luego pagaréis la cantidad del capital inicial, y la ganancia os la guardáis para vosotros"; y dijeron: "¡aceptamos! y lo hizo y escribió al Califa Omar para que les tomara el capital inicial, y cuando llegaron vendieron, ganaron y pagaron el dinero al Califa Omar, éste les dijo: ¿Prestó al ejército lo mismo que a vosotros? Ellos respondieron: ¡No!; dijo Omar: ¡Claro! sois hijos del Califa y os prestó; pagad todo el dinero con su ganancia; Abdulah permaneció en silencio y Ubaidulah dijo: ¡Eso no puede ser! porque si se hubiera perdido o faltado, lo hubiéramos garantizado; y dijo Omar ¡Pagadlo! y permaneció Abdulah en silencio y Ubaidulah siguió discutiendo; se levantó uno de sus consejeros y dijo: considéralo como un préstamo donde se reparten los beneficios; y dijo Omar: ¡lo considero así! y tomó Omar el capital y la mitad de las ganancias y Abdulah y Ubaidulah se quedaron con la otra mitad de las ganancias"[9]
No necesitamos comentar este hecho, porque sus conclusiones son claras y no hay necesidad de mencionarlas; pero para que las palabras tengan coherencia unas con otras, señalamos aquellas dos cuestiones, las cuales consideramos como un espejo donde se refleja el fenómeno de la orientación humana y del estado en la legislación islámica, que es la cuestión de esclavitud y la justicia absoluta, los cuales justificaran la parte general de esta orientación; por eso lo hemos elegido; si no hubiéramos elegido estas, habríamos encontrado otros muchos detalles de la legislación islámica, y en los párrafos de sus leyes hay mucho y bueno de estas cuestiones; sólo nos basta mencionar la cuestión de aliviar las sentencias de los esclavos y aplicarle la mitad de ella, basándose en la tendencia humana sobre el principio de tener compasión con ellos y considerar las circunstancias de la responsabilidad limitada que tienen, sobre todo si mencionamos que todas las leyes en los estados no islámicos endurecían y multiplicaban los castigos e incluso les sentenciaban a muerte por las faltas más leves.
Aquí hay un gran capítulo que abarca a muchas cuestiones, todas ellas de carácter humano y grandioso, que es el capítulo de guerra en el Islam. Resumiéndolo y presentándolo como otro aspecto de la humanidad del estado islámico, aunque es asombroso vincular la guerra con los términos humanitarios, pero en el Islam es así como veremos.
La guerra se instauró en el Islam para defenderse; no es agresión a los demás, ni con lucro de expansión, ni por otras causas conocidas; y la prueba está vigente en el Corán, en las palabras de Dios: "se permitió el combate a los que luchan, porque, fueron ultrajados; en verdad, Dios es poderos para secundarles, con quienes fueron expulsados inicuamente de sus hogares, sólo porque dijeron: ¡Nuestro Señor es Dios!"[10] y luego autorizó la guerra para defender la doctrina, divulgar el mensaje y rechazar la ultrajanza; todo ello lo indica el resto de la aleya: "Y si Dios no refrenara a los humanos, a unos con otros, habrían sido destruidos monasterios, iglesias, sinagogas y mezquitas donde el nombre de Dios es frecuentemente celebrado. Por cierto que, Dios secundará a quien le secunde, porque, Dios es Fuerte y Poderoso". Entonces, es una guerra obligada por la necesidad, o guerra sagrada que pretende secundar la verdad y elevar el nombre de Dios, por eso, su nombre en el Islam, es esfuerzo, no guerra, porque quien la realiza prodiga esfuerzos por la causa de Dios; no obstante, es una guerra clemente donde se prohibe matar niños, mujeres o viejos, monjes o cortar árboles, o quemar cosechas, ni escarmientos con los muertos, ni acabar con los heridos, e 'incluso dijo el doctor Gustavo Levón al mencionar las guerras de las conquistas islámicas, su frase famosa: "No conoció el mundo, conquistador más justiciero y clemente que los árabes"[11].
He aquí la recomendación de Abu Baker dirigida a su ejército a quienes les encargó conquistar Siria; dijo: "No traicionéis ni seáis abruptos con ellos, ni os excedáis en las medidas ni los escarmentéis; ni matéis niños ni viejo ni mujer; ni desjarretar palmeras ni cortar árboles frutales, ni matar ovejas ni vacas ni camellos, salvo para comer; y si luego pasáis por gentes que se aislaron en monasterios (monjes) dejadlos por lo que se han aislado[12].
Vamos a mencionar, con lo que vino en la Torá, en este sentido: "En el caso de acercarse a sitiar una ciudad, ante todas las cosas le ofrecerán la paz, si la aceptase y te abriese las puertas, todo el pueblo que hubiese en ella será salvo y te quedarás sujeto, y será tributario tuyo. Más si no quiere rendirse y empieza contra tí las hostilidades los batirás y cuando el Señor, tu Dios, la hubiere entregado en tus manos, pasarás a cuchillo a todos los varones que hay en ella, más no a las mujeres ni a los niños, bestias y demás cosas que hubiera en la ciudad; repartirás entre la tropa todo el botín y comerás de todos los despojos de tus enemigos, que el Señor tu Dios, te habrá dado".[13]
Luego recordamos, estas guerras infernales modernas que se declaran contra los inocentes y débiles, donde matan mujeres y niños, destrozan casas y edificios altos con todo su contenido, quemando a la gente a la gente utilizando las bombas de NAPALM y arrasan las grandes ciudades con las bombas atómicas de la faz de la tierra acabando con decenas de miles de almas humanas en un abrir y cerrar de ojos.
Nos preguntamos después de esto: ¿En qué concite la humanidad en las guerras que describió La Torá y las guerras que emprenden las grandes potencias en la época presente sin considerar ya sus motivaciones y objetivos?, ¿acaso no tenemos derecho a denominar la guerra del Islam (que es una guerra de todas formas) en comparación con las que hemos mencionado antes, como una guerra clemente?
Otra cosa que podemos confirmar basándonos en el Hadiz Honorable: "Nadie atormenta con el fuego más que quien lo creó",[14] es que la guerra de fuego en todas sus formas está vedada por el Islam, y si no fuera porque el enemigo nos combate con ella no podríamos combatirles con él; por eso hicimos el llamamiento de prohibir las guerras inhumanas donde se utilizan los medios de destrucción y exterminio; en este campo entran las armas atómicas, gases venenosas y bombas bacteriológicas; antes de que hubieran existido y cometido ese pecado horrendo están obligados a hacer este llamamiento por miedo a sus consecuencias y resultados; lo mismo que teníamos nuestra postura con respecto a la esclavitud hasta que la humanidad ha llegado al camino recto y la certeza, y lo vedó a finales del siglo pasado.
En cuanto antes mientras y después, aquí registramos un fenómeno asombroso en la historia larga del Islam los musulmanes compraban siempre las armas de los occidentales y no fabricaron nada, ni siquiera las que necesitaban; y siguen comprándolas hoy día, porque su religión es la dula paz y su espíritu pacifista, a pesar de que están amenazados siempre por parte de los extranjeros; éste no les permite fabricar los instrumentos de destrucción que vulneran el mensaje de los musulmanes, que es mensaje de compasión, misericordia y benevolencia, pero no de matanza, ni aniquilación, ni arrasamiento porque el aspecto del Mensaje Divino al Apóstol Honrado es este: "¡Oh, Apóstol! no te enviamos sino para clemencia de la humanidad"[15] y que no pueden descarriarse de él, ni negarlo una vez que se han impregnado sus corazones y corrido como la sangre en sus venas; y si alguien habla de ellos, lo primero que les va a atribuir, es que son mensajeros de paz; en cuanto a su Estado, lo mínimo que se puede decir de él, es que es un Estado Humano.