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Todo Lo Que Se Prohíbe Consumir También Se Prohíbe Vender

 
Yábir Ibn 'Abdullah relató que escuchó al Mensajero de Allah , en el año de la conquista de La Meca, decir: "Ciertamente Allah y Su Mensajero prohíben la venta de embriagantes, carne mortecina, cerdos e ídolos." Los compañeros del Profeta preguntaron: ¡Oh, Mensajero de Allah! ¿Podemos vender la grasa del animal muerto, ya que la misma la usamos para recubrir las embarca­ciones, las pieles y para encender las lámparas? El Mensajero de Allah dijo: "No, está prohibido." Luego agregó: "¡Qué Allah maldiga a los judíos! Allah les prohibió comer las grasas, y a pesar de ello la juntaban, la vendían y se alimentaban de la ganancia de esas ventas".[1]
 
El significado de este hadiz es que todo lo que se prohíbe consumir también se prohíbe vender y beneficiarse con su valor. Tales objetos pueden ser divididos en dos grupos:

1-Objetos que pueden usarse y que perduran des­pués de su uso, por ejemplo, los ídolos. El propósito de los ídolos es asociarlos con Allah en la adoración. Éste es el pecado más grande. Esto también incluye los libros que invitan a la idolatría, la magia, las innovaciones y el desvío.

2-Objetos que se consumen y que no permanecen después de su uso, por ejemplo, bebidas alcohólicas y carne mortecina o de cerdo, aunque pueda haber en ellos algún beneficio lícito, es decir, la carne mortecina está permitida para alguien que está forzado por la necesidad. Pero como el objetivo principal, tanto con la carne de cerdo como con la mortecina es comerla, y el de las bebidas alcohólicas es consumirlas, entonces están prohibidas para los musulmanes.

Cuando el Mensajero de Allah fue preguntado acerca de la grasa de la carne mortecina para recubrir embarcaciones, engrasar pieles y alumbramiento, dijo: "No, está prohibido." Hay discrepancia entre los sabios al respecto. Algunos opinan que se prohíbe usar la grasa de la carne mortecina en los casos enumerados. Otros dicen que también está prohibido vender la grasa de la carne mortecina aun cuando sea útil para los propósitos citados.

Respecto a la venta de perros, se registró que el Mensajero de Allah prohibió su venta. Rdfi' Ibn Jadíy relató que escuchó al Mensajero de Allah decir: "Las peores ganancias son las provenientes del trabajo de una prostituta, de la venta de un perro y de la aplicación de ventosas".[2]

Existen discrepancias en cuanto a la venta de perros. Al Auzá'i, Málik, Ash Sháfi'i, Ahmad, Isháq y otros, opinan que está prohibida su venta. Éstos son algunos de sus fundamentos:

1- Está prohibido vender perros debido a que son impuros. El burro y la mula pueden venderse porque no se consideran impuros. Éste es el punto de vista de Ash Sháfi'i e Ibn Yarír.

2- No se permite poseer ni beneficiarse del perro mientras que sí se permite poseer y beneficiarse de un asno o una mula. Es permisible sólo poseer un perro en casos especiales, pero eso no hace permisible su venta, porque por ejemplo un hombre que se ve forzado por la necesidad a comer carne mortecina no quiere decir que le sea lícito venderla.

3- Se prohíbe vender perros porque son animales fútiles, y sólo tienen valor para las personas codiciosas y avaras. Además, es un animal disponible sin necesidad de pagar por el mismo. Éste es el punto de vista de Al Hasan Al Basri y otros.

Respecto a la venta de gatos, hay también discrepancia entre los sabios. Algunos de ellos dicen que es permisible y otros que es desaconsejable. El argumento del segundo grupo es que un gato es un animal que se encuentra disponible en cualquier lugar y no hay necesidad de comprarlo. Ade­más, la codicia por un animal es una de las cosas más repulsivas.

En cuanto a los animales que no se pueden comer, ni beneficiar de ellos, como los insectos u otros, no es permisible venderlos.

La mayoría de los compañeros del Profeta afirmaron que es permisible vender los animales y los pájaros entrenados para la caza, por ejemplo las águilas, halcones y leopardos de caza.

El Profeta también prohibió vender el cadáver de un incrédulo a sus parientes. Ibn 'Abbás relató: En la batalla de Al Jandaq, los musulmanes mataron a un incrédulo y luego vendieron el cadáver a sus parientes. El Mensajero de Allah les dijo: "Entregadle el cuerpo. Es el cuerpo de un malvado y el dinero proveniente de su venta tam­bién es malo".[3]


[1] Al Bujárí (2236) (4633), Muslim (1581).
[2] Muslim (1568).
[3] Ahmad 1/248, At Tirmidhi (1715).
Ibn Rayab Al Hanbali
Traducción: Sirhan Ali Sanchez
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