Transacciones de Negocios
Allah el Glorioso ha creado a los seres humanos en dependencia uno del otro. El individuo no posee todas las cosas que necesita. Una persona tiene algo en exceso mientras que, a la vez, puede necesitar algo que otros tienen y de lo cual pueden prescindir. Allah orientó a la gente hacia el intercambio de bienes y servicios a través de las compraventas, pues tales transacciones hacen que la vida social y económica funcione eficientemente y animan a la gente a ser productiva.
Muchas clases de transacciones e intercambios de propiedad eran corrientes entre los árabes al principio de la misión del Profeta (B y P). El aprobó y confirmó los tipos de transacciones que no estaban en conflicto con los principios de la Sharía; y desaprobó y prohibió aquellas prácticas de negocios que estaban en contra de los propósitos y objetivos de la Sharía. Las prohibiciones se debían a razones específicas; como el comercio de cosas ilícitas, transacciones que implican fraude, ganancias exorbitantes o injusticias contra una de las partes del trato.
LA PROHIBICION DE VENDER COSAS ILICITAS
El Profeta (B y P) prohibió cualquier tipo de transacción que pueda causar conflicto o reclamo debido a ciertos términos dudosos o la no especificación de la cantidad a ser entregada o intercambiada.
Esto incluye el tipo de transacción donde el vendedor no da garantías de poder entregar las mercancías por las que se le está pagando. De esta manera, el Profeta (B y P) prohibió vender los futuros potrillos de un semental, las futuras crías de un camello, aves volando en el cielo o peces libres en el agua; esto se aplica a todos las ventas donde hay un engaño potencial, ignorancia de la cantidad o la calidad de lo transado [1].
El Profeta (B y P) observó que la gente vendía los frutos sin cosechar mientras estaban aún en los árboles o los sembradíos; si la cosecha era destruida por una plaga u otra calamidad natural, el comprador y el vendedor litigaban sobre quien iba a cargar con las pérdidas. Por ello, el Profeta (B y P) prohibió la venta de frutos hasta que estén claramente en buena condición[2], excepto que sean cosechados al momento. Así también, prohibió que se vendan los granos hasta que estén maduros y a salvo de las plagas [3]; dijo: "Decidme porqué, si Allah retiene los frutos, tomará alguno de vosotros la propiedad de su hermano" [4].
Sin embargo, no todas las ventas que incluyen algo desconocido o incierto están prohibidas. Por ejemplo. Una persona puede comprar una casa sin saber qué hay en sus cimientos o dentro de sus paredes. Lo que está prohibido es vender algo sobre lo cual hay un obvio elemento incierto que llevaría a disputas y conflictos o causaría la apropiación injusta de bienes ajenos. Nuevamente; si el riesgo por la incertidumbre es pequeño - y esto lo determina la experiencia y la costumbre - la venta no es prohibida, por ejemplo, alguien puede vender hortalizas como la zanahoria, la cebolla y los rábanos mientras están aún enterradas; también se pueden vender los sembradíos de pepinos o sandías y otros similares. La opinión de Imam Málik es que las ventas de productos de primera necesidad en las cuales el riesgo es tolerable están permitidas [5].
MANIPULACION DE PRECIOS
El Islam permite el libre mercado y la respuesta a las leyes naturales de la oferta y la demanda.
Cuando los precios subieron en la época del Profeta (B y P) y la gente le pidió que les congele los precios, él respondió: "Allah es quien fija los precios: Él es Quien retiene, Quien da bondadosamente y Quien provee; espero que cuando yo me encuentre ante Él ninguno de vosotros tenga algún reclamo contra mi por alguna injusticia relacionada con hechos de sangre o con propiedades"[6].
Con estas palabras, el Profeta del Islam (B y P) declaró que la interferencia innecesaria en la libertad de los individuos es una injusticia y que el hombre debe encontrar a su Señor estando libre de culpa de tal acción. Sin embargo; si se presentan fuerzas artificiales, tales como el monopolio y la manipulación de precios por ciertos comerciantes, e interfieren con el libre mercado, pues el interés público está antes que el de ciertos individuos. En tales situaciones se hace lícito efectuar un control de precios para poder satisfacer las necesidades de la gente y proteger a la gente de ambiciosos oportunistas. El hadiz anterior no significa que el control de precios está prohibido en todas las circunstancias.
El Islam condena severamente a quienes, llevados por la ambición y la avaricia, hacen fortuna a expensas de los demás y se hacen ricos manipulando los precios de la comida y de otros artículos de primera necesidad. Por eso es que el Profeta (B y P) condenó a los monopolizadores con palabras fuertes; dijo: "Si alguien guarda el grano por cuarenta días para obtener mejores precios, será rechazador por Allah" [7].
También dijo: "Quien retiene los productos hasta que suban los precios es un pecador."[8] La palabra pecador aquí no debe ser tomada con levedad, pues es la misma palabra con la que Allah describió a algunos grandes tiranos de la historia, por ejemplo: "Faraón, Hamán y sus ejércitos eran pecadores" (28:8)
El Profeta (B y P) también dijo: "El hombre que oculta por avaricia los productos es malvado. Si los precios bajan se entristece y si suben se alegra"[9]. Esto expone la mentalidad egoísta y avara que caracteriza a los especuladores. El profeta (B y P) también dijo: "Quien trae sus productos al mercado es bendecido con generosidad. Pero, quien los oculta es maldecido."[10]
Hay dos maneras de ganar en un negocio. La primera consiste en ocultar el artículo fuera del mercado hasta que escasea y quienes lo necesitan no pueden conseguirlo; luego, compelidos por su necesidad, van al especulador y le pagan el precio que él pide, aunque este sea desquiciadamente alto. La otra forma es introduciendo el artículo en el mercado; venderlo a un precio con una ganancia razonable; comprar más mercancía de la misma y venderla de la misma manera; y así sucesivamente. Y ya que esta última forma sirve al interés público, el mercader que la práctica es bendecido y agraciado generosamente por Allah, tal como lo explica el hadiz anterior.
Un hadiz muy importante, al respecto de la especulación de precios y la retención de la mercadería, es relatado por Ma'qal bin Iassar, un sahabi del Profeta (B y P). El Gobernador Omeya, Ubaidullah bin Ziad, fue a visitar a Ma'qal cuando éste se encontraba postrado en cama por una grave enfermedad. Luego de preguntarle por su salud, Ubaidullah le preguntó: "¿Sabes de alguna vez que yo haya derramado sangre[11] injustamente?". Ma'qal respondió que no. Ubaidullah siguió preguntando: "¿Sabes de alguna vez que yo haya intervenido los precios de las mercaderías de los musulmanes?" y Ma'qal volvió a responder que no sabía. Entonces Ma'qal pidió a la gente que lo ayuden a sentarse y así lo hicieron. Luego dijo: "Óyeme Obaidullah; te diré algo que oí del Mensajero de Allah (B y P). Oí al Mensajero de Allah (B y P) decir: 'Quien interviene los precios de las mercaderías de los musulmanes, para elevarlos, merece que Allah lo introduzca en el Fuego en el Día de la Resurrección' ". Ubaidulah preguntó: "¿Has oído esto del Mensajero de Allah (B y P)?"; Ma'qal respondió: "Mas de una o dos veces" [12].
En base al texto y al significado de los anteriores hadices, los eruditos han concluido que retener las mercancías para especular con sus precios es prohibido bajo dos condiciones: Que este acto sea perjudicial en cierto momento para la gente de tal país; y que el objetivo del especulador sea elevar los precios para aumentar sus ganancias.
INTERVENIR EN EL LIBRE MERCADO
Otra practica relacionada con la especulación que fue prohibida por el Profeta (B y P) es del residente que vende productos para un forastero. Los eruditos han explicado la situación de la siguiente manera: Un forastero trae ciertos productos para ser vendidos en el pueblo al precio actual del mercado. Un residente se le acerca y le dice que deje con él los productos por un tiempo para venderlos después cuando los precios sean más elevados. Si el forastero hubiese vendido sus productos por sí mismo lo hubiera hecho por un precio más bajo, beneficiando a la gente y obteniendo él mismo una buena ganancia.
Esta práctica era muy común en la sociedad árabe cuando el Islam llegó. Anas dijo: " Se nos prohibieron las ventas de un residente para un forastero, aunque sean hermanos de sangre"[13]. De estas palabras deducimos que, para un musulmán, el interés público tiene prioridad sobre las relaciones personales. El profeta (B y P) dijo: "Un residente (de la ciudad) no debe vender para un nómada del desierto Si se deja a la gente sola, Allah les proveerá del uno al otro. " [14]. La última frase del hadiz es muy significativa; Si se deja a la gente sola, Allah les proveerá del uno al otro, establece un principio básico en el campo comercial: Que el mercado, sus precios y sus ventas, debe dejarse libre para que responda a las fuerzas económicas internas y la competencia natural sin manipulación. Cuando Ibn Abbás fue consultado sobre el significado de "un residente no debe vender para un nómada del desierto", él respondió: "El residente no debe ser un agente para él" [15]. De aquí entendemos que si alguien informa al nómada del desierto sobre los precios, dándole un buen asesoramiento sobre los precios prevalecientes en el mercado sin cobrarle una comisión no habría ningún prejuicio en ello; pues dar un consejo es parte de la religión; de hecho, un hadiz dice: "La religión es dar buenos consejos"[16] y "Si alguien te pide consejo, aconséjalo"[17].
Sin embargo, en lo que concierne al agente comercial, es muy probable que en una situación como la descrita arriba, deje de lado el interés público por aumentar su propia ganancia.
LA PERMISIBILIDAD DE LAS AGENCIAS
Con la excepción de los casos mencionados, la intervención de agentes es permitida, pues es un tipo de mediación y contacto entre el comprador y el vendedor, lo cual, en muchos casos, facilita una transacción lucrativa para uno de ellos o para ambos.
En estos tiempos, los intermediarios se han hecho más necesarios que nunca a causa de las complejidades del comercio y los negocios que incluyen toda clase de importaciones y exportaciones, ventas al por mayor y por menor y compras. Los agentes intermediarios juegan un papel muy importante en el movimiento del mercado. Y no hay, pues, nada malo en que el agente cobre una comisión por sus servicios. La comisión puede ser una cantidad fija o puede ser proporcional a las ventas, o como sea que acuerden las partes. Al Bujari relata lo siguiente en su "Sahih": "Ibn Sirín, 'Atá, Ibrahim y Hasan no veían nada de malo en las comisiones cobradas por los agentes. Ibn 'Abbás dijo: 'No hay perjuicio alguno si una persona dice a otra: vende este vestido, y si lo vendes por tal cantidad, puedes quedarte con el resto'. Ibn Sirín dijo 'No hay nada de malo si una persona le dice a otra: 'Vende a este precio y quédate con la ganancia' o 'la ganancia será compartida entre tu y yo'. El Profeta (B y P) dijo: "Los musulmanes deben atenerse a sus términos" [18].
EXPLOTACION Y FRAUDE
A fin de prevenir la manipulación del mercado, el Profeta (B y P) también prohibió lo que se llama en árabe nayash [19]. Ibn Omar explicó que nayash significa que alguien ofrece por un producto una cantidad mucho mayor al valor actual del producto; y lo hace sin la intención de comprarlo, sólo lo hace para que otros tengan que aumentar sus ofertas. Muchas veces esta práctica es preconcebida y arreglada para engañar a los demás.
Entre las medidas que el Profeta (B y P) tomó para mantener las transacciones comerciales lo más lejos posible de toda clase de explotación y fraude estaba el prohibir a la gente salir fuera de las poblaciones a comprar mercadería que estaba en camino al mercado; debían esperar hasta que la mercadería llegue al lugar del mercado [20]. La razón de esta prohibición es que el lugar del mercado, donde la fuerzas de la oferta y la demanda determinan los precios, es el mejor lugar para negociar las transacciones. Si alguien sale de la población para comprar de un comerciante que está trayendo mercancías, existe la posibilidad de que el vendedor, al no saber el precio actual de su mercadería, sea engañado. Si alguien le compra parte de su mercadería de esta manera, el vendedor tiene la opción de cancelar el acuerdo despues de arribar al lugar del mercado [21].
"QUIEN NOS ENGAÑA NO ES DE LOS NUESTROS"
El Islam prohibe toda clase de fraude y engaño, sea al comprar o al vender o en cualquier otro asunto entre las personas. El musulmán debe ser honesto y veraz en todas las situaciones, valorando su fe más que cualquier ganancia mundanal. El Profeta (B y P) dijo: "Ambas partes en una transacción de negocios tienen el derecho de cancelarla hasta que se separan. Si dicen la verdad y dejan todo en claro, serán benditos en la transacción; pero si mienten y ocultan algo, se les retirará la bendición" [22]. También dijo: "No es permitido vender un artículo sin dejar todo aclarado (sobre el mismo); tampoco es permitido que alguien que sabe (sobre sus defectos) se abstenga de mencionarlos" [23].
Cierta vez que el Profeta (B y P) pasaba frente a un mercader de granos, algo despertó su curiosidad. Introdujo su mano en la pila de grano y lo hallo mojado por debajo. "¿Que es esto Mercader?", preguntó. "Es a causa de la lluvia", respondió el hombre. El Profeta (B y P) le dijo entonces "¿Porqué no lo pusiste encima para que la gente lo pueda ver?. Quien nos engaña no es de los nuestros" [24].
En otro relato se dice que él pasó junto a un montón de grano que fue arreglado por el comerciante para que parezca todo bueno. El Profeta (B y P) introdujo en él su mano y descubrió que estaba mal abajo. Dijo al comerciante: "Vende el grano bueno y el malo por separado. Quien nos engaña no es de los nuestros" [25].
Los musulmanes de los primeros tiempos observaban estrictamente la práctica de exponer los defectos de lo que vendían, de decir la verdad y de dar buen consejo. Cuando Ibn Sirín vendió una oveja, dijo al comprador: "Me gustaría mencionarte un defecto que tiene: patea el forraje". Y cuando Al Hasan bin Sáleh vendió una esclava dijo al comprador: "Ella escupió sangre una vez". A pesar de haber pasado esto una sola vez, la conciencia musulmana de Al Hasan requería que él mencione el hecho, aunque le resulte recibir un precio menor.
JURANDO CON FRECUENCIA
El pecado de engañar se hace aún peor cuando el vendedor sostiene el engaño jurando [26] en falso. El Profeta (B y P) dijo a los comerciantes que eviten jurar en general y, en especial, para respaldar una mentira, "Jurar asegura una venta pero quita la bendición" [27].
El Profeta (B y P) desaprobó los frecuentes juramentos en las transacciones comerciales porque es probable que se hagan para engañar gente y porque reducen el respeto por el nombre de Allah.
MANTENIENDO LA MEDIDA JUSTA
Una forma de engañar al cliente es aplicar el peso o la medida incorrectamente. El Corán enfatizó este aspecto de las transacciones comerciales e incluyó lo siguiente entre las diez obligaciones mencionadas al final de la Sura "Al An'am":
" ... ¡Dad con equidad la medida y el peso justos! No pedimos a nadie sino según sus posibilidades...". (6:152).
Allah también dice:
"Cuando midáis, dad la medida justa y pesad con una balanza exacta. Es mejor y da muy buen resultado".(17:35)
"¡Ay de los defraudadores, que cuando piden a otros la medida exigen la exacta, pero que, cuando ellos miden o pesan para otros, dan menos de lo debido!
¿No cuentan con ser resucitados un día terrible, el día que comparezcan los hombres ante el Señor del universo?"(83:1-6)
El musulmán debe tratar de ser justo al medir y pesar dentro de lo humanamente posible; sin embargo, la exactitud absoluta en este sentido es imposible. Por esto mismo es que el Corán dice: despues de mandar ser justos con la medida: " No pedimos a nadie sino según sus posibilidades ".
El Corán narra la historia de gentes que eran deshonestas en sus tratos comerciales, desviándose de la justicia en el peso y la medida, siendo miserables unos con otros. Allah el Altísimo mandó un enviado para hacerles volver a la justicia y la honestidad, además de la fe en su Unicidad. Esta era la gente del Profeta Shu'aib (B y P) quien era un admonitor y un predicador. El los invitó así:
"¡Dad la medida justa, no hagáis trampa! ¡Pesad con balanza exacta! ¡No dañéis a nadie en sus cosas y no obréis mal en la tierra corrompiendo!" (26: 181-183).
Lo que es correcto en los pesos y medidas se aplica también a todos los demás asuntos y relaciones humanas. El musulmán no tiene permitido usar dos parámetros, uno para sí y otro para los demás, una cosa para los cercanos y queridos y otra para el público, demandando todos sus derechos y los de quien lo apoyan, pero despreciando y allanando los derechos de los demás.
ES ILICITO COMPRAR PROPIEDAD ROBADA
A fin de combatir el crimen y confinar al criminal dentro de una muy reducida esfera de actividad, el Islam prohibe al musulmán comprar cualquier artículo que el sepa que ha sido usurpado, robado o tomado injustamente de su dueño; quien lo hace fomenta al usurpador, el ladrón, o al que comete una injusticia en su crimen respectivo. El Profeta (B y P) dijo: "Quien compra propiedad robada, sabiendo, comparte el pecado y la vergüenza del robo" [28].
El paso del tiempo no hace que un artículo robado o usurpado sea legalmente lícito. Pues en el Islam, el mero paso del tiempo no hace que el Haram se haga Halal ni priva al verdadero dueño de su derecho.
LA PROHIBICIÓN DE LA USURA
El Islam permite aumentar el capital a través del comercio. Allah el altísimo dice:
"¡Creyentes! No os devoréis la hacienda injustamente unos a otros. Es diferente si comerciáis de común acuerdo. No os matéis unos a otros. Allah es misericordioso con vosotros". (4:29).
Al mismo tiempo, el Islam cierra las vías para quien desea aumentar su capital prestándolo al interés o la usura (RIBA), ya sea la tasa baja o alta.
El Corán reprende a los judíos por practicar la usura que se les había prohibido. Entre los últimos versos revelados están los siguientes de la sura Al Baqara:
"¡Creyentes! ¡Temed a Allah! ¡Y renunciad a los provechos pendientes de la usura, si es que sois creyentes!
Si no lo hacéis así podéis esperar guerra de Allah y Su Enviado. Pero, si os arrepentís, tendréis vuestro capital, no siendo injustos ni siendo tratados injustamente".(2:278-279).
El Profeta declaró la guerra a la usura y a los usureros; destacó los daños que causa a la sociedad diciendo: "Cuando la usura y la Fornicación aparecen en una comunidad, la gente de la misma se hace merecedora del castigo de Allah" [29].
Entre las religiones reveladas, el Judaísmo [30], antes del advenimiento del Islam, había prohibido la usura y el interés. En el Antiguo Testamento leemos: "Si prestas dinero a uno de mi pueblo, a los pobres que tú conoces, no serás como el usurero, no le exigirás interés". (Exodo 22:25).
Entre los cristianos, vemos que el Evangelio según Lucas dice: "Da al que te pide , y al que te quita de lo tuyo, no se lo reclames". (Lucas 6:30).
Es pues, triste ver que el Antiguo Testamento ha sido sujeto a tales distorsiones que el significado de "mi gente", que originalmente era más amplio, fue aplicado sólo a los judíos, como leemos en Deuteronomio: "Al extranjero podrás prestarle con interés, pero a tu hermano no, para que Yavé, tu Dios, te bendiga en todas tus empresas, en la tierra que vas a poseer". (Deuteronomio 23:20)
LA SABIDURÍA DE PROHIBIR EL INTERÉS:
La estricta prohibición del interés en el Islam es el resultado de su profunda preocupación por el bienestar moral, social y económico de la humanidad. Los eruditos musulmanes han presentado fuertes argumentos para explicar lo sabio de esta prohibición y recientes estudios han confirmado sus opiniones con algunas adiciones y extensiones.
Nos abocaremos a lo que el Imam Al Razi dice en su Tafsir del Corán:
- Primero: Recibir intereses significa tomar la propiedad de alguien sin darle nada a cambio. Porque quien presta un dirham[31] por dos dirhams, obtiene el dirham extra por nada. Ahora, la propiedad de un hombre es para satisfacer sus necesidades y goza de una gran santidad. Según un hadiz: "La propiedad de un hombre es tan santa como su sangre" [32]. Esto significa que tomar lo del él sin darle algo a cambio es haram.
- Segundo: La dependencia del interés evita que la gente trabaje para ganar dinero. Pues una persona con dinero puede ganar dinero extra a través del interés, a corto o largo plazo, sin trabajar por él. El valor del trabajo se reducirá en su estimación y no se preocupará en administrar un negocio o arriesgar su dinero en comercio o industria. Esto causará que la gente no tenga utilidades y los negocios del mundo entero no pueden andar sin industrias, comercio y mercadeo o construcciones, pues todas estas actividades necesitan capital en riesgo. (Esto, de un punto de vista económico, es un argumento muy fuerte).
- Tercero. Permitiendo recibir intereses desalienta a la gente de hacer el bien unos a otros, como lo requiere el Islam. Si el interés se prohibe en una sociedad, las gentes se prestarán unos a otros con buena voluntad y sin esperar en retorno nada más que lo que prestaron. Si el interés es permitido, la persona necesitada deberá pagar más en interés (devolviendo más de lo que se le prestó); esto debilitará sus sentimientos de buena voluntad y amistad, hacia el prestamista (Este es el aspecto moral de la prohibición del interés).
- Lo más probable es que el prestamista sea rico y el que pide prestado sea pobre. Si se permite el interés, el rico estará explotando al pobre y esto va contra el espíritu de piedad y de caridad. (Este es el aspecto social de la prohibición del interés)[33]
Así pues, en una sociedad donde el interés es permitido, el fuerte se aprovecha del sufrimiento del débil. Por esto, el rico se hace más rico y el pobre más pobre, creando castas socioeconómicas muy separadas en la sociedad.
Naturalmente, esto engendra envidia y odio entre los pobres respecto a los ricos y sentimientos de menosprecio y dureza entre los ricos respecto de los pobres. Surgen los conflictos, la estructura socioeconómica se resquebraja, nacen las revoluciones y el orden social es amenazado.
La historia reciente ilustra ampliamente los peligros que guardan las economías basadas en el interés para la paz y la estabilidad de las naciones.
EL QUE SE PRESTA CON INTERES Y QUIEN REGISTRA EL ACUERDO:
Indudablemente, el prestamista que recibe interés, obteniendo de sus clientes más que su capital, es maldecido ante Allah y la gente. Pero el Islam, con su método característico de tratar con lo ilícito, no limita la culpa al prestamista usurero solamente; sino que considera a quien se presta pagando interés, a quien registra el acuerdo y al testigo como cómplices. Un hadiz dice: "Allah maldijo a quien recibe intereses, a quien los paga, a quien escribe el contrato y a quien hace de testigo en el mismo" [34].
Sin embargo, si una persona se ve obligada a prestarse dinero pagando interés debido a una necesidad imperiosa, el pecado recaerá sobre el prestamista solamente. Pero, para establecer que la necesidad es tan imperiosa, se deben cumplir las siguientes condiciones:
- La necesidad debe ser real; no meramente una extensión del alcance de nuestras necesidades y el deseo de lujo. La necesidad debe ser tan básica que la vida no sería posible si no se satisface; por ejemplo, comida, alimento o tratamiento médico.
- La excepción debe limitarse a la cantidad exacta requerida. Así pues, si nueve dólares son suficientes, prestarse diez es ilícito.
- La persona debe seguir buscando formas de salir del problema y sus hermanos musulmanes deben ayudarlo en ello. Si no se encuentra otra salida, podrá recurrir a prestarse pagando intereses sin la intención de aprobarlo o transgredir los límites; y mantener la esperanza en el perdón de Allah, pues ciertamente que Allah es Clementísimo y Misericordioso.
- Debe seguir desaprobando y odiando hacerlo hasta que Allah le abra otras vías.
[1] Ver el capítulo: "Prohibición del engaño" en Muslim y otros.[2] Citado por Al Bujari y Muslim.[3] Citado por Muslim.[4] Citado por Al Bujari y otros.[5] En "Al Qawa'id al Nuranía", p. 118, Ibn Taimía dice: "Las bases puestas por Málik en las compraventas son superiores a las de los demás; porque él las tomó de Sa'id Ibn Al Musaieb, quien es la mejor autoridad en el Fiqh (jurisprudencia) de las compraventas". El Imam Ahmad sostiene una opinión parecida a la de Málik.[6] Citado por Ahmad, Abu Daúd, Al Tirmidhi, Ibn Maya, Al Dari y Abu I'ala.[7] Citado por Ahmad, Al Hákim, Ibn Abu Shaiba y Al Bazzar.[8] Citado por Muslim.[9] Al Razi mencionó este hadiz en su "Yami'a".[10] Citado por Ibn Maya y Al Hákim.[11] N. del T.: Matar o mandar matar a una persona.[12] Citado por Ahmad y al Tabarani.[13] Citado por Al Bujari y Muslim.[14] Citado por Muslim[15] Citado por Al Bujari.[16] Citado por Muslim.[17] Citado por Ahmad.[18] La cadena de transmisión de Al Bujari no llega hasta el Profeta; pero Ahmad, Abu Dawd y Al Hákim presentan cadenas completas que si llegan hasta el Profeta (B y P).[19] Citado por Al Bujari y Muslim.[20] Citado por Muslim, Ahmad y Ibn Maya.[21] Citado por Muslim.[22] Citado por Al Bujari.[23] Citado por Al Hakim y Al Baihuqui.[24] Citado por Muslim.[25] Citado por Ahmad.[26] (N del T.) Jurando que algo es cierto en el nombre de Allah.[27] Citado por Al Bujari.[28] Citado por Al Baihaqi.[29] Citado por Al Hakim; Abu Ia'la mencionó algo similar de buenas fuentes.[30] El judaísmo, en su forma original, era una religión revelada por Dios.[31] N. del T. El Dirham, era una moneda de plata que circulaba por el Califato Islámico, tal vez sea heredero del Dracma griego.[32] Citado por Abu Na'im en "Al Hilba".[33] Tafsir, de Fajr Al Din Al Razi. Vol. 7, p. 4.[34] Citado por Ahmad, Abu Daúd. Al Nasái, Ibn Maya y Al Tirmidhi como auténtico.