El Verdadero Musulmán Desea Para Su Vecino Lo Que Desea Para Sí Mismo
El musulmán que es verdaderamente guiado por su religión es bondadoso y considerado, y sabe comunicarse bien. Él es sensible hacia su vecino, compartiendo su alegría y solidarizándose con su dolor. Desea para su vecino lo que desea para sí mismo, siguiendo las instrucciones del Profeta (B y P):
"Ninguno de vosotros creerá de verdad hasta no desear para su hermano lo que desee para sí mismo".[1]
Según un Ĥadîz registrado por Muslim de Anas, el Profeta (B y P) dijo: "Por Aquel en Cuyas manos está mi alma, ningún siervo creerá verdaderamente hasta que no quiera para su hermano lo que quiere para sí mismo".
El verdadero musulmán no se olvida de tener consideración cuando su vecino puede ser afectado por el olor a comida proveniente de su casa que puede provocarle hambre, especialmente si sus vecinos son pobres y no tienen mucho para comer. Puede haber niños pequeños, huérfanos, viudas o ancianos entre ellos. El verdadero musulmán siempre está alerta de su responsabilidad social que el Profeta (B y P) infundió en los musulmanes en las palabras que le dijo a Abû Dharr:
"¡Oh, Abû Dharr! Si cocinas alguna comida, hazla con mucho caldo, y compártela con tu vecino".[2]
Según otro informe él (B y P) dijo: "Si cocinas algún caldo, agrégale más agua, y piensa en las familias que viven en tu barrio para enviarles algo a ellos".[3]
La conciencia del musulmán le impide ignorar la pobreza de sus vecinos y las dificultades que están atravesando mientras él está viviendo una vida de facilidad y plenitud. ¿Cómo podría ignorar la situación de su vecino sabiendo lo que ha dicho el Profeta (B y P) al respecto?
"No cree en mí quien come hasta llenarse mientras su vecino tiene hambre, y él está enterado de eso".[4]
"No es creyente aquel que come hasta llenarse mientras su vecino tiene hambre".[5]