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MUHAMMAD EL PROFETA: Muhayirun Y Ánsares

A los musulmanes de La Meca, que abandonaron familia, tribu y riquezas, a causa de su fe y fidelidad al Profeta y buscaron refugio en Medina, se les conoce con el nombre de "muhayirun" ("fugitivos", que acompañaron al Profeta en su viaje a Medina).

A los primeros musulmanes de la ciudad de Yatrib: "ánsares" (ayudantes, auxiliares del Profeta).

No les resultó fácil a los muhayirun abandonar La Meca. Por dos razones fundamentales:

—Los bienes que tienen que dejar, y

—Las persecuciones y torturas que tienen que sufrir.

Para los árabes de La Meca, acostumbrados a vivir en una sociedad en la que el dinero y los bienes raíces, son más importantes que la propia vida, renunciar a ellos es algo insólito: un hecho increíble. También lo es renunciar a su tribu: a su clan, Transformarse en "individuos".

Pero la fe que les anima es superior a todos estos conceptos, ya que la vida eterna vale infinitamente más que la terrena y una comunidad islámica supera en mucho a una tribu, por poderosa que sea. Y el número de los muhayirun aumenta. El éxodo es cada día mayor.

Los kuraichitas intentan frenarlo; pero es imposible. Nadie logra detener al huracán; al río desbordado. Ni las más crueles torturas amedrentan a los fieles musulmanes.

Hachim ibn As, su hermano Umat y Ayyach ibn Rabiá, tres piadosos musulmanes, han decidido seguir las indicaciones del Profeta.

Los kuraichitas descubren sus intenciones. Se apoderan primero de Hachim. Le desnudan; le atan junto a una columna, en una casa sin tejado, y le abandonan para que el más cruel de los verdugos: el sol, le abrase y devore sus carnes y sus huesos.

Aiyach y Umat consiguen huir; pero los kuraichitas logran que regresen. A Umat le comunican el tormento que está pasando su hermano; a Aiyach, que su madre está gravemente enferma. Ambos corren, después, el mismo suplicio que Hachim. Afortunadamente Dios no les abandona. Un grupo de "ansares" logra libertarles.

Suháib Ar Rumí, es un musulmán sumamente acaudalado. Los camellos de sus caravanas se cuentan por centenares. En Taif posee una de las villas más suntuosas.

Los Kuraichitas le dicen:

"Si no renuncias a ser musulmán, te desposeeremos de todos tus bienes". Suháib no vacila. Renuncia a todos sus bienes, antes que abandonar su fe islámica.

Abu Sufiyan se adueña, por el mismo método, de todas las propiedades de Banu Djach. La lista sería interminable. El éxodo continuará: incesantemente. La semilla empieza a producir sus frutos, que se esparcirán por toda la Arabia.

El propio Corán recoge esta maravillosa gesta:

..Los muhayirun han sido expulsados de sus casas
y privados de sus bienes.
Han implorado la gracia de Dios
y su Buena Voluntad.
Ellos han depositado su fe en Dios
y en su apóstol.
Son hombres virtuosos.
(Corán, 59,8. Sura Al Hachr: Vers. de la emigración)

Los "ansares" han sido los primeros árabes, que sin habitar en La Meca, han adoptado el Islam y albergado y protegido a Muhammad, la paz sea con él, en su voluntario exilio.

Para fortalecer la comunidad el Profeta ha dispuesto que cada muhayirun se una a un "ansar", de manera que como buenos musulmanes, como hermanos, compartan cuanto poseen, en la suerte y en la desgracia. Este acto se llama "muakhat" (emparejamiento)

Así dos árabes de distintas ciudades y tribus se hermanan por la fe, como si lo fueran por la sangre.

Comparten alimentos, trabajos, beneficios. Comparten responsabilidades; incluso las armas. Son como el aire y el pulmón, como la vista y la imagen; son y serán dos seres fraternos, en ésta y en la otra vida. Una sura del Corán así lo define:

Ciertamente los creyentes
que han tomado parte en la hégira (emigración).
que han combatido en cuerpo y bienes,
por "el camino de Dios",
y los que han dado asilo y protección
al Profeta, unos y otros
serán parientes eternamente...
(Corán. 8, 73. Sura Al Anfal: Vers. del botín)

Más de doscientas familias de muhayirun se han "emparejado" con tantas otras de los ansares. Estos lazos son tan fuertes como los de la sangre.

La unión es de por vida y muerte: figuran en los testamentos como herederos. Se han integrado totalmente. La "umma" (comunidad) no les diferenciará nunca más. Delante de Dios todos son iguales.

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