MUHAMMAD EL PROFETA: Presiones Y Amenazas
Enviado por admin el Vie, 01/10/2014 - 23:36
La tarde de las colinas de Safa desata reacciones en cadena. Los mercaderes de La Meca han comprendido el peligro que significa para sus intereses la predicación de Muhammad, la paz sea con él. La destrucción de sus ídolos significaría su ruina: sin peregrinos no hay negocio.
Abü Sufiyan toma el liderazgo en la acción contra el Profeta, al que hay que acallar de inmediato y definitivamente. Se intenta persuadir a Abü Talib, como jefe del clan de los banu Abdel Muttalib, para que silencie a su sobrino, pues ha pretendido: "prohibir el culto de los dioses que nuestros padres adoraron".
Abu Talib se encuentra entre la espada y la pared. El temor que le infunde Abu Sufiyan es tan grande como el cariño que siente por su sobrino.
En este mundo de indecisiones que vive Abü Talib no hay espacio para una decisión tajante y como pasan los días y el Profeta continúa hablando en nombre de Dios Único y contra los idólatras, el clan de Abü Sufiyan, en el que figura como lugarteniente Abü Lahab, exige de Abü Talib acción rápida y eficaz contra lo que llaman la "locura de su sobrino" y añaden:
"Si no le haces callar de inmediato, empezamos la guerra contra él".
La situación se torna amenazante. Abu Talib no es amante de la guerra y menos entre parientes. ¡Hablará con su sobrino!. Le contará todo y seguramente se encontrará la solución adecuada. Enterado Muhammad de la amenaza de Abu Sufiyan y de los temores de su tío, se queda largo rato pensativo. No teme por su vida; pero sí le inquieta la suerte que puedan correr sus hermanos musulmanes. Ante su silencio Abu Talib le dice:
"Oh Muhammad, hijo de mi hermano. Busca la paz para ti y para mí y no cargues más mis espaldas, que ya no soportan mas".
Muhammad, la paz sea con él, contesta a Abu Talib:
"Oh mi tío ¡cuan grato me sería complacerte! Pero, por Dios, que aunque me coloquen el sol en mi mano derecha y la luna en mi mano izquierda, para que deje esta situación, no lo hago, aunque me cueste la vida".
El Profeta está muy triste por la contestación que tuvo que dar a su tío. De sus ojos se escapan tímidas lágrimas. Abraza a su tío y se marcha en silencio.
Abu Talib, emocionado, alcanza a su sobrino y le dice:
"Continúa, hijo de mi hermano y di lo que quieras. Por Dios que yo no quiero que tú hagas lo que no te guste hacer".
Abu Talib reúne a los Banu Hachim y a los Banu Al Muttalib y les cuenta las presiones y amenazas que ha recibido de Abu Sufiyan, para que silencie a su sobrino Muhammad, en su predicación religiosa; de lo contrario le declararán una guerra a muerte. También les refiere la decisión de su sobrino y la suya propia. Después les recuerda que Muhammad es un miembro de su clan y les pide que le otorguen su protección. Todos aceptan la sugerencia y prometen su apoyo, excepto Abu Lahab.
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