Enviado por admin el Sáb, 01/11/2014 - 22:30
La virulencia de los ataques de los kuraichitas contra los musulmanes, con el subsiguiente derrame de Sangre y mutilaciones, obligan a Muhammad, la paz sea con él, a tomar una sabia decisión: enviar un grupo de sus adeptos a Abisinia. Cuando el vendaval arrecia es inteligente el depositar los huevos en distintos canastos unos irán al país etíope, otros a la casa de Arqam y los restantes quedarán en la propia Meca, ocultos en el mayor secreto. De este modo se evita que con un solo golpe se pueda romper toda la organización.