MUHAMMAD EL HOMBRE: Un Nacimiento Histórico
Enviado por admin el Vie, 01/10/2014 - 22:10
MUHAMMAD IBN ABDAL-LAH (LA MECA. AÑO 570).
La Meca, en el año 570, es testimonio de grandes acontecimientos que tendrán influencia decisiva en la historia de su ciudad, de la península arábiga y de toda la humanidad.
Es el "Año del Elefante".
Abraha y con él la invasión etíope, es vencido por los elementos y la voluntad de Dios, ya que los kuraichitas no presentaron batalla.
Es el año de la muerte de Abdal-Lah ibn Abdel Muttalib.
Es el año del nacimiento de Muhammad ibn Abdal-Lah.
Este suceso es muy grato a Dios, que lo anota en las estrellas.
El universo en general y la tierra en particular, celebran el hecho.
Vientos, aguas, montañas, valles, ríos y mares, saben del nacimiento y manifiestan su júbilo.
Las personas, más ignorantes; más apegadas a los bienes materiales, son las últimas en enterarse.
En la familia de Amina y en la de Abdel Muttalib, el gozo es inenarrable: presienten que el recién nacido traerá días inolvidables. Sucesos que cambiarán la faz del mundo. Hechos singulares que la historia anotará en letras de molde.
En verdad que todo ello se cumple.
Sí, el año 570 ha cambiado un destino triste por una humanidad con más posibilidades de salvación. Con nuevos argumentos para una vida más solidaria, fraterna y justa, y un camino, recto y nuevo, hacia una eternidad más feliz.
ORFANDAD Y VIUDEZ.
La temprana muerte de Abdal-Lah tiene dos consecuencias familiares irreparables:
-un niño nacerá huérfano de padre.
-una esposa quedará viuda, tras una sola semana de convivencia y ocho meses de matrimonio.
Este hecho, malhadado y cruel, tiene aún mayor incidencia en el desierto, donde la mantenencia del núcleo familiar es más necesaria.
Muhammad no conocerá la protecci6n ni el consuelo de un padre.
Amina carecerá de la ayuda y seguridad que aporta un marido..
Huérfano y viuda tienen que buscar refugio en la casa de Abdel Muttalib, que, aunque generoso en sentimientos, está económicamente arruinado por su generosidad con el pobre; por su esplendidez con el necesitado. Además ya ha cumplido los setenta y cuatro años. Toda una vida llena de esfuerzos, de emociones y familia.
La situación de madre e hijo, en tales condiciones, no es envidiable; pero sólo Dios escribe la historia.
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