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MUHAMMAD EL PROFETA: Los Principios Del Islam

Muhammad, la paz sea con él, no recibe las revelaciones de forma periódica. El ángel Gabriel no anuncia su visita; no tiene horario preestablecido. Desciende en el momento más inesperado: cuando lo dispone Dios. 
 
El Corán (Libro Sagrado) no ha sido revelado de una sola vez; más bien a cuentagotas. Tal modalidad intrigaba al Profeta hasta que le fueron revelados los siguientes versículos (suras): 
 
¿Por qué no descendió el Corán, sobre él, en una oración única? 
 
Pues para fortificar tu corazón; 
 
para ello, nosotros, te lo salmodiamos gradualmente. 
 
Y no te llegan ni una sola parábola, 
 
sin que yo te procure la verdad y la mejor explicación. 
 
(Corán, 25, 32-33. Sura Al furqan: Vers. de la distinción) 
 
No agites tu lengua para apresurar (su llegada). 
 
No corresponde a nosotros el reunirlo y recitarlo. 
 
Cuando nosotros lo leamos sigue su recitación. 
 
Después te daremos la explicación. 
 
(Corán, 75, 16-19. Sura Al quiyama: Vers. de la resurrección) 
 
Muhammad, la paz sea con él, ha comprendido el mensaje de las revelaciones. A los cuarenta años está en perfectas condiciones de explicar los fundamentos de la doctrina del Islam (sumisión a Dios) y Dios le manda iniciar su apostolado. 
 
Si bien el Islam es todo un conjunto armónico, perfecto e indivisible, es conveniente y práctico, para su conocimiento enseñanza, apoyar sus principios en tres capítulos generales: 
 
-La legislación o la Ley. 
 
-Los cultos, que señalan los deberes de todo buen musulmán, y 
 
-Las creencias o artículos de fe. 
 
Las suras, reveladas por Dios a Muhammad, la paz sea e él, a través del ángel Gabriel, forman el Corán (Libro Sagrado) Imposible el clasificarlas en cuanto a su orden de importancia. 
 
La palabra de Dios sobrepasa cualquier sistema de ordenación humana. Exigencias de doctrina y de método, para con el iniciado y también con el musulmán, que como ser humano esta sujeto a medidas de capacidad y tiempo, han establecido par la práctica cotidiana de la oración el uso de la "sura de apertura" (Al Fátiha), también llamada de “Introducción al Corán”. 
 
El espíritu y mensaje de esta sura es de una sublimidad tal que se escapa a toda definición. Escuchémosla con profunda atención y recogimiento: 
 
En nombre de Dios. El Clemente. El Misericordioso. 
 
El agradecimiento a Dios, Señor de los Mundos. 
 
El Clemente. El Misericordioso. 
 
Dueño del día del Juicio Final. 
 
Te adoramos y Te pedimos ayuda. 
 
Condúcenos por el recto camino. 
 
El camino de quienes favoreces, 
 
que no son objeto de Tu enojo 
 
y no son los extraviados. 
 
(Sura Al Fátiha: Vers. de introducción) 
 
Esta sura, en boca del Profeta, pronunciada con su voz cálida y apasionada, por el ferviente amor a Dios y con la fuerza espiritual de quien desea matizar el hermoso contenido de su mensaje, debería producir un verdadero impacto emocional y anímico entre cuantos le escuchaban. 
 
Hay otra sura que por ser expresión exacta del monoteísmo absoluto, que define, entre otras, la esencia del Islam, merece su inmediato conocimiento. 
 
En nombre de Dios. El Clemente. El Misericordioso. 
 
Di: Dios es Único. Dios es Eterno. 
 
No engendró ni ha sido engendrado 
 
Y no hay nadie semejante a El.
 
(Sura Al Ijlás: Vers. de la sinceridad o de la fe) 
 
Categórica, definida; profunda y clara; incuestionable y expresiva, es esta sura, en cuanto a la unicidad de Dios. 
 
Ninguno de los que escuchan a Muhammad, la paz sea con él, deja de comprender el espíritu de esta sura. Dios es único: Eterno. Ya no hay dudas. Sólo Dios debe ser adorado. Sólo a Dios debemos rezar. Sólo a Dios debemos dirigir nuestras alabanzas y súplicas. Sólo Dios es Dueño del Día del Juicio Final. Sólo Dios es Señor de la muerte y de la vida eterna. 
 
Todas las suras del Corán encierran mensajes de esta belleza y magnificencia. Leerlas, recitarlas, escucharlas, es un verdadero alimento espiritual: un deleite para el alma. 
 
Los cultos son el conjunto de actos y ceremonias que el hombre cumple con Dios. Se incluye en este capítulo un acto de fe, que es la piedra angular de todo culto: fe en Dios. Este acto, también llamado “ testimonio de fe" figura en todo “cuerpo de oración”. En él se dice "Doy testimonio que no hay más Dios que Dios" y se añade: "Doy testimonio que Muhammad es s servidor y su profeta". 
 
Los cultos fundamentales son: La Oración, El Ayuno, Limosna y La Peregrinación. 
 
-La oración tiene un antecedente: la ablución; y un complemento: las posiciones y movimientos del cuerpo. La ablución tiene un objetivo: higienizar el cuerpo, desprendiéndose de toda suciedad, que impida la purificación de los sentidos. 
 
Consiste la ablución en la limpieza de las partes más importantes del cuerpo: la cara y cabeza; las manos, hasta los codos y los pies, hasta las rodillas. Cuando se realiza un acto sexual la ablución exige la limpieza total del cuerpo. 
 
Las posiciones y movimientos del cuerpo son actos que implican el reconocimiento de la grandeza y dignidad de Dios. podrían explicar estas posiciones del siguiente modo: 
 
-El estar de pie, en posición vertical, indica respeto. 
 
-El doblamiento, por el que flexionamos nuestro tronco hasta formar 
 
un ángulo recto con nuestra cadera y piernas, expresa humildad. 
 
-La postración, por la que nuestras rodillas y frente se apoyan en el 
 
suelo, demuestra nuestro afán de adorar a Dios en la posición más 
 
reverente y sumisa. 
 
La oración se cumple cinco veces al día: 
 
-Al despuntar la mañana, antes de iniciar el trabajo. 
 
-Al mediodía, coincidiendo con la conclusión de la jornada de 
 
trabajo de la mañana. 
 
-Por la tarde, antes de iniciar la segunda parte del trabajo. 
 
-Al oscurecer el día, tras terminar el trabajo. 
 
-Por la noche, antes de acostarse. 
 
Las oraciones son breves, sencillas; pero de gran contenido espiritual. 
 
El rezo de las distintas plegarias y jaculatorias que constituyen un "cuerpo de oración", consta: 
 
-De una sura: Al Fátiha (Vers. de Introducción al Corán). 
 
-De una inclinación de medio cuerpo, acompañada de un jaculatoria que se repite tres veces. 
 
-Dos postraciones en el suelo, acompañadas de una jaculatoria que se 
 
repite tres veces, en cada una de las postraciones. 
 
Estos rezos y posiciones constituyen un "cuerpo o unidad de oración", al que se suele acompañar una pequeña plegaria. 
 
El número de estas "unidades de oración" varía según corresponda al momento de la oración: 
 
La primera oración del día consta de dos "unidades" (Rukuas). 
 
La segunda, tercera y quinta, de cuatro "unidades". 
 
La cuarta, sólo de tres "unidades". 
 
Al final de cada dos "unidades de oración" se recita un acto de fe especial. Es una plegaria por la que se da testimonio de la unicidad de Dios y que Muhammad es su servidor y Profeta. 
 
La oración se termina con dos saludos: uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda, diciendo: "La paz sea con vosotros". 
 
-El ayuno, culto de mortificación, que se cumple, especialmente, en el mes de Ramadán. 
 
Consiste en no comer ni beber durante el día, desde que apunta la mañana hasta la puesta del sol. Tampoco se permite el fumar o cometer actos sexuales o impuros, durante el período de tiempo supradicho. 
 
De los propósitos de este ayuno, tras la mortificación corporal que implica su cumplimiento, es la purificación de nuestra alma, limpiándola de toda clase de vicios o actos que puedan desagradar a Dios. Es sublimar el espíritu, para que camine por la senda recta que nos ha trazado Dios. 
 
Es obvio que en casos circunstanciales se puede postergar el ayuno, teniendo la obligación de cumplirlo cuando las excepciones han dejado de serlo. Por ejemplo: los niños; las mujeres encintas; los enfermos; las personas muy ancianas cuyo organismo no les permite tantas horas de ayuno; los viajeros; los subnormales, etc. 
 
-La limosna legal, que se da a los pobres o necesitados por amor a Dios y como acto de solidaridad humana. 
 
La limosna, para quienes están en condiciones de hacerla, es un acto obligatorio. El porcentaje de la limosna queda un poco a criterio de cada persona; pero es conveniente que supere al 2% de los ingresos anuales de las personas que trabajan en la industria u otros servicios que no sean el de la agricultura, pues en este campo se aconseja el reparto de un 5% de las cosechas a los más necesitados. 
 
La limosna es un acto, de amor al prójimo, que debe cumplirse con el mayor sigilo y amabilidad posible. Nunca con orgullo ni ostentación. 
 
Es un acto muy grato a Dios; en cambio quienes lo incumplen sufrirán el pleno rigor de Dios el Día del Juicio Final. 
 
Muhammad, la paz sea con él, ha dicho: "No irá al paraíso el hombre en cuya cocina haya olor de comida, cuando su vecino no tiene para comer". Se sobreentiende que el Profeta ha querido completar la idea diciendo que no hace partícipe de su comida al vecino hambriento. 
 
-La peregrinación a la Meca. Es un acto que implica el viaje al santuario de la Kaaba a las personas que estén en condiciones de realizarlo. 
 
Se cumple en un mes cuya fecha es de dos meses posteriores al Ramadán. 
 
La obligación, para quienes tienen salud y medios, es de una vez a la vida, por lo menos. 
 
El objeto de la peregrinación es de doble vertiente. La primera, y más importante, es el cumplir con los cultos que señala en el santuario de La Meca, el primer templo dedicado al Dios único por Abraham e Ismael. El segundo es lograr que los musulmanes constituyan una verdadera comunidad fraterna, justa y solidaria. 
 
-Las Creencias o Artículos de Fe, consideradas como secundarias, pues la primera es creer en Dios, son: 
 
La fe en los ángeles de Dios, 
 
La fe en los "Libros de Dios", 
 
La fe en los profetas de Dios, y 
 
La fe en el Día del Juicio Final. 
 
-Los ángeles son espíritus celestiales creados por Dios, manteniéndose como seres invisibles o intangibles. No comparten en lo más mínimo la divinidad de Dios. Adorarlos, por lo tanto, significaría una idolatría. 
 
No tienen criterios propios ni capacidad de interpretación; sólo transmiten, textualmente, los mensajes de Dios a los profetas. 
 
-Fe en los ángeles, sí; en la veracidad de sus mensajes y en la obediencia absoluta de Dios, a quien sirven eternamente. Están limpios de todo pecado por su propia naturaleza. Creer en ellos es obligación ineludible, pues su existencia ha sido confirmada por los propios profetas. 
 
-Fe en los Libros de Dios; libros sagrados que recogen en sus textos las palabras que Dios dirige a los hombres. 
 
Como la Tora, en su versión original, revelado a Moisés, (Antiguo Testamento). El Salterio (Zabur) revelado a David. Libro de Himnos que contiene las alabanzas de Dios y de su Santa Ley. El Evangelio, o verdadero libro que ha sido revelado a Jesús, y El Corán, revelado por Dios a través del ángel Gabriel a Muhammad, el sello de los profetas. 
 
Es importante señalar que tenemos que tener fe en las versiones originales de estos libros, que son sagrados en cuanto a su procedencia de Dios y que no admiten ni la sustitución de una coma ni de una sola palabra. 
 
-Fe en los Profetas de Dios. Los mensajes de Dios a los hombres, que en su condición humana están sujetos a virtudes y pecados, no podían ser divulgados públicamente por los ángeles, criaturas angelicales, cuya misión es otra, como ya hemos indicado en el epígrafe correspondiente, que la de hacer labor de apostolado entre las criaturas humanas. Para este trabajo se ha elegido a los profetas, hombres de carne y hueso: mortales. 
 
Es indudable que Dios, en su eterna misericordia, ha querido recordar, a través de toda la creación, que abarca muchos milenios, el camino de la salvación eterna, lo que significa el elevado número de Profetas de Dios. Enumerarlos resultaría del todo imposible, ya que muchos de los Libros Sagrados no han sido conservados, en nuestra época actual. 
 
Sabemos que los profetas son seres humanos que no se pueden equivocar, en lo que atañe a materia religiosa, pues el mensaje ha quedado grabado en su corazón. Tener fe en los profetas de Dios, es obligación de todo creyente de la "Familia del Libro", que comprende a judíos, cristianos y musulmanes. 
 
-Fe en el Día del Juicio Final, donde cada ser humano será sometido a examen y juicio, en cuanto a su conducta en la vida corporal. La inmortalidad del alma exige esa prueba, cuyo exclusivo Juez y Señor es Dios, El Justo, El Omnisciente. 
 
El profeta Muhammad, la paz sea con él, nos ha dicho: 
 
"Creed en la Resurrección, después de la muerte, y en el Día del Juicio Final (Quiyamah) ". 
 
"Todas las criaturas humanas, que habitan el mundo, desde su comienzo, serán vueltos a la vida y comparecerán ante Dios (Hachr)". 

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