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Islam Para Niños – Segunda Parte - 3) La Oración

-“Ayer aprendiste cómo lavarte antes de hacerla oración"-, le dijo a Laila su madre. --Hoy te enseñaré ¿cómo se hace la oración. Pero antes de empezar, muéstrame cómo nos lavamos.” Te acuerdas aún"

-"Por supuesto que sí”-, dijo Laila, y empezó a demostrárselo a su madre.

Su madre se quedó muy contenta, -“Muy bien”-, le dijo, --lo has aprendido muy pronto-.

Laila se puso muy feliz al oír los elogios de su madre. La madre entonces pasó a la explicación. -“El Profeta Muhammad dijo que debemos hacer rectas las filas cuando rezamos juntos, o si no se crearía confusión. Nos ponemos de forma que quedemos mirando en dirección a Makka”-.

-“¿Por qué tenemos que hacerlo así?”-, preguntó Laila.

-“Porque la Kaba está en Makka”-, respondió lá madre. –“Tu sabes que la Kaba es la casa de oración más antigua que tiene Dios. Dios nos ha dicho a través de Muhammad que debemos ponernos en dirección a Ia Kaba cuando rezamos. Esta es nuestra Quibla, es decir, la dirección en la que hacemos la oración. Ahí es donde se encuentran todos los buenos pensamientos de los musulmanes cuando rezan juntos. Esto es mejor que si cada musulmán mirase en una dirección distinta cuando reza, ¿no es verdad?-

-“Claro que sí”-, dijo Laila, -"pero dime más cosas. Quiero saber cómo se hace"-.

-“Bueno, no tengas mucha prisa"-, dijo la madre. –“Tienes que prestar mucha atención para luego poder recordarlo. Una vez que estemos de pie mirando hacia Makka, debemos mantenernos callados y concentrarnos. En nuestros pensamientos nos preparamos para rezar y le pedimos a Dios que nos ayude a rezar correctamente. Luego levantamos las manos hasta las orejas y decimos: Al-lahu akbar”-.

-“Eso quiere decir, Dios es el Supremo”-, interrumpió rápidamente Laila. –“Eso lo sé ya”-.

La madre asintió con la cabeza y dijo. –"Ahora ponemos la mano derecha sobre la izquierda y recitamos el Surah Al Fatiha-".

-“Ya lo he aprendido, ¿puedo recitarlo?--, preguntó Laila con entusiasmo.

-“Sí”-, dijo la madre, -“pero recuerda que debes ponerte mirando la Quibla y recitarlo correctamente”-.

Laila levantó las manos y dijo. –“Al-lahu akbar”-. Después las bajó y puso la derecha sobre la izquierda y empezó a recitar el Surah Al-Fatiha:

-“Bismillahi-Rahmani-Rahim.
Alhamdu-li-llahi rabbi-l alamin. Ar-rahmani-rahim. Malikyaumi-din.
iyaka na'budu wa iyaka nasta'in.
ihdina-sirata-I-mustaqim. Sirata-ladhina an'amta alaihim ghairi-l-maghdubi alaihim wa la dalin. Amin”-.

-“¡Eso está muy bien!”-, le dijo su madre. Laila estaba muy contenta. Estaba muy entusiasmada con aprender la oración y lo pasaba muy bien porque ya sabía una parte.

-“¿Qué viene después?”-, quiso saber Laila.

-“Quédate cómo estás”-, dijo la madre, -“y di otro surah corto. Ya sabes lo que es un surah, ¿no? Es una parte del Corán, y el Corán es el libro que Dios reveló al Profeta Muhammad. ¿Conoces algún surah corto?-

-“Sí”-, dijo Laila, -"El Surah Al-Ijlás":

-“Qul huwa-llahu ahad. Al-lahu samad.
Lam yalid wa lam yulad, wa lam yalkun-lahu kufuwan ahad"-.

-“Eso ha estado muy bien”-, dijo la madre. –“Ya sabes recitar dos surahs de memoria”-.

-“Y conozco otro”-, saltó Laila, -“Inna ataina”-.

Su madre sonrió y dijo: -“¡Espera! ¡No tan deprisa! Ese puedes recitarlo después”-. La madre pasó entonces a explicar cómo el Profeta Muhammad había dicho que después de recitar el Surah Al-Fatiha, debíamos recitar otro surah corto.

Después debíamos inclinarnos hacia adelante y repetir tres veces; Subhána rabbi-al-adim.

-“¿Eso quiere decir?”-, preguntó Laila.

-“Eso quiere decir. Gloria a mi Señor, el grandioso”-, le respondió su madre.

-“Eso significa que mi más grande Señor es Dios”-, dijo Laila y se inclinó hacia adelante diciendo tres veces: -“Subhána rabbi-al-adim”-.

La madre continuó: -“Entonces nos ponemos otra vez en pie y decimos: Sami’a Al-lahu liman hamida. Rabbaná wa lak al-hamd. Esto significa: Dios escucha a los que le alaban. Oh Señor nuestro, a Ti te alabamos”-.

Laila repitió las palabras, -"Sami’a Al-lahu liman hamida. Rabbaná wa lak al-hamd.” -.

-Después decimos: -“Al-lahu akbar y nos arrodillamos”-.

Laila miraba atentamente a su madre mientras ella le explicaba las oraciones y prestaba mucha atención a todo lo que decía y hacía.

-“Ahora ponemos la frente en el suelo y decimos tres veces: “Subhana rabbi Al-a’la”-, le dijo a Laila su madre.

Laila imitó a su madre y repitió: -“ Subhana rabbi Al-a’la”-, tres veces.

-“Después decimos: “Al-lahu akbar”, y nos sentamos.

Luego decimos: “Al-lahu akbar”, y nos volvemos a arrodillar poniendo la frente en el suelo.

Mientras estamos con la frente tocando en el suelo, decimos tres veces: ‘Subhana rabbi Al-a’la’.

Finalmente, nos volvemos a poner en pie y al hacerlo decimos: “Al-lahu akbar”-.

-“Pero aún no me has dicho lo que significa -“ Subhana rabbi Al-a’la”-. Dijo Laila.

-“Eso quiere decir: Gloria a mi Señor, el Sublime”- contestó su madre. La madre se puso entonces muy contenta porque se dio cuenta de que Laila había estado prestando mucha atención.

-“Bien hecho"-, elogió la madre, -“lo has aprendido de maravilla. Lo volveremos a practicar más veces hasta que lo sepas de memoria, pero por hoy, ya hemos hecho bastante. Has estado muy atenta y has trabajado mucho, y estoy muy orgullosa de ti. Mañana aprenderemos más, y pronto serás capaz de rezar como una persona mayor”-.

Laila también estaba encantada de haberlo hecho todo correctamente. Antes de irse a la cama, intentó memorizar las palabras de la oración: Subhána rabbi-al-adim, -que quiere decir: Gloria a mi Señor, el Magnífico; Sami’a Al-lahu liman hamida -que quiere decir. Dios escucha a los que Le alaban; y Subhána rabbi Al-a’la, -que quiere decir: Gloria a mi Señor, el Sublime-.

Pero Laila había estado aprendiendo mucho ese día y estaba cansada. Pronto se quedó profundamente dormida.

La oración (Segunda parte)

Al día siguiente, la madre le dijo a Laila que había llegado el momento de que aprendiera la segunda parte de la oración. –“Pero antes de empezar”-, dijo la madre, --vamos a repasar lo que ya has aprendido”-.

Laila se puso de pie y dijo: -“Primero, tengo que estar de pie mirando a Makka, que es la Quibla"-.

-“Muy bien”-, dijo la madre, -“pero, ¿no te has olvidado de algo? o ¿ya te has lavado?-

-“¡Anda!”-, exclamó, -“¡se me ha olvidado!”-

Laila se fue corriendo al cuarto de baño y se lavó como le había enseñado su madre. Empezó por las manos luego la boca, la nariz, la cara, los brazos, -el derecho primero, y luego el izquierdo-, y después se pasó las manos mojadas sobre el pelo. Acabado esto, se lavó los pies, -el derecho y el izquierdo-, hasta los tobillos. Mientras lo hacía, pensaba: “Casi me había olvidado de lavarme antes de rezar, aun sabiendo lo importante que es. Hay que estar limpios antes de la oración. No debo olvidarlo nunca más”.

Después, volvió de prisa a donde estaba su madre y se puso de pie junto a ella en la alfombrilla de oración. Laila concentró sus pensamientos en la intención de hacer su oración y se puso mirando la Quibla. Levantó las dos manos hasta las orejas y dijo: "Al-lahu akbar”. Luego puso las manos sobre el pecho, la derecha sobre la izquierda, y empezó su oración con el Sura Al-Fatiha y el corto Sura Al-Ijlás. Después dijo: “Al-lahu akbar”, al tiempo que se inclinaba hacia adelante, ponía las manos en las rodillas y repetía tres veces: “Subhána rabbi-al-adim”. Después dijo, mientras se volvía a poner derecha: -" Sami’a Al-lahu liman hamida. Rabbaná wa lak al-hamd”, y mientras se arrodillaba, dijo: “Al-lahu akbar”. Luego, puso la frente en el suelo, repitiendo tres veces: -"Subhána rabbi Al-a’la”. Después de eso, dijo: “Al-lahu akbar”, y se sentó en el suelo. Luego, volvió a arrodillarse con la frente en el suelo y dijo tres veces: -" Subhána rabbi Al-a’la”.

A veces, Laila se atascaba y lo hacía mal, y entonces su madre le ayudaba, y al final todo salió bien.

“Ahora acabas de hacer el primer rak'a”, dijo su madre.

“Para continuar con el segundo rak'a, repites el Surah Al Fatiha”.

“¿Y luego el Surah Al-ljlás?” respondió Laila.

“Sería mejor que recitases otro, ya que lo sabes”, sugirió su madre.

Entonces, Laila recitó el Surah Al-Kauzar:

Inna 'atainaka-l-kauzar. Fasalli li rabbika wa-nhar. Inna shani'aka huwa-l-abtar.

“¿Sigo ahora como con el primer rak'a?"-, preguntó Laila. –“Si”-, dijo la madre, “Ahora nos inclinamos hacia adelante y decimos:

-“ Subhána rabbi-al-adim”-.

Laila se inclinó hacia-adelante y luego se volvió a poner derecha. Luego, cuando estaba arrodillada, dijo. -" Subhána rabbi Al-a’la”-, y al volver a arrodillarse, dijo: “Subhána rabbi Al-a’la “.

-“¡Ya he terminado el segundo rak'a!”-, exclamó muy complacida.

-“¡Así es!”-, dijo la madre, también muy complacida.

-“¡Has terminado el segundo rak'a! Recuerda que la oración de la mañana tiene sólo dos rak'as. Para terminarla decimos unas pocas palabras, mientras estamos sentados en los talones”-.

Laila se sentó en los talones con su madre:

-“Ashhadu an la ilaha i'la lah, wa ashhadu anna Muhammadan 'abduhu wa rasuluh”-.

-Eso significa: Atestiguo que no hay más divinidad excepto Dios y atestiguo que Muhammad es Su siervo y enviado.

-Te queda aún una cosa-, le dijo a Laila su Madre. -Pero no te preocupes, porque lo puedes decir conmigo cuando recemos juntas-. La Madre sonrió. -No te tomará mucho tiempo aprenderlo de memoria. Es así: “Al-lahumma Sal'ii 'ala Muhammad wa 'ala ali Muhammad. Significa: Oh Allah, bendice a Muhammad y a los seguidores de Muhammad”.

Laila entonces imitó a su Madre, y giró la cabeza a la derecha y luego a la izquierda, diciendo cada vez: “As-salamu alaikum wa rahmatullah”.
-Con esto, deseamos la paz y las bendiciones de Dios a todos-, explicó la Madre. Luego llevó a Laila en brazos y la abrazó, y dijo: -Estoy muy orgullosa de ti porque ya sabes rezar. Desde hoy en adelante la haremos juntas todos los días. Pronto le vamos a dar una sorpresa a tu padre y verá que su hija es una musulmana buena e inteligente-.

-¡Sí!-, dijo Laila, -pero antes tendré que aprender el último trozo, para que pueda recordarlo y no olvidarlo nunca-.

-Asegúrate de que sabes también el significado de lo que estás aprendiendo-, dijo la Madre. -Aunque recemos en árabe como el resto de los musulmanes de todo el mundo, tenemos que saber exactamente lo que decimos cuando estamos rezando.

Mientras le explicaba esto, acariciaba con cariño el pelo de Laila. Laila estaba muy contenta. Había conseguido aprender mucho en tres días: cómo lavarse para la oración y cómo hacer la oración. Cuando la hiciera todos los días con sus padres, lo sabría de memoria.

No le había resultado difícil porque su madre se la había explicado muy claramente, de la misma forma que el Profeta Muhammad se la había explicado a los primeros musulmanes de Makka y Medina. Aquellos musulmanes se la explicaron después a sus hijos, y así sucesivamente en cada generación. Un día Laila también se la explicaría a sus propios hijos, para que ellos llegaran a ser buenos musulmanes y supieran cómo enseñársela a sus hijos e hijas.

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