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La Verdadera Musulmana Es Sensata Y Elocuente En Su Da'uah

La musulmana que busca invitar a otras personas hacia Allâh  es elocuente y hábil en su da 'uah, hablando sensatamente,  sin ser agresiva con las mujeres a quienes invita y teniendo en cuenta su nivel intelectual y posición social. Con esta prédica sensata y favorable, ella será capaz de llegar a sus corazones y mentes, tal como aconseja el Qur’ân:

[Convoca al sendero de tu Señor con sabiduría y bellas palabras. Arguméntales de la mejor manera.] (16: 125)

   La hermana que esté invitando a otras personas es cuidadosa, sin llegar a ser pedante o aburrida y evita sobrecargar a su audiencia. Ella no habla prolongadamente ni debate asuntos díficiles de entender. Más bien introduce la idea que quiere transmitirles de una manera concisa y clara, utilizando métodos atractivos e interesantes y presentando la información en etapas, para que sus oyentes la comprendan fácilmente y estén ansiosos de poner en práctica sus nuevos conocimientos. Esto era lo que el Profeta acostumbraba hacer en su propia prédica, tal como nos lo dijo el gran Sahâbii 'Abdullâh ibn Mas'ûd, quien solía predicar un poco a la gente los días jueves. En cierta ocasión, un hombre le dijo: "Desearía, que nos predicarás todos los días". Él dijo, "Lo que me impide hacer eso es el hecho de que me disgustaría aburrirte. Yo muestro consideración hacia vosotros, al haber elegido un momento apropiado para enseñaros, así como el Profeta lo hacía con nosotros, por temor a fastidiarnos".[1]

   Una de las cualidades más importantes de la divulgadora sensata y elocuente es su bondad para con las mujeres a quienes esté invitando. Ella es paciente con la lentitud e incapacidad de comprender por parte de algunas mujeres con su ignorancia en diversas cuestiones religiosas, con sus repetidos errores y sus múltiples preguntas tediosas pues sigue el ejemplo del maestro, de todos aquellos hombres y  mujeres que invitan a otras personas al sendero de Allâh - el Profeta - quien fue el ejemplo supremo de paciencia, amabilidad, y sinceridad. Él respondía a sus interrogadores como un guía tolerante y cuidadoso, y a la vez, como un maestro corrector benévolo que jamás se frustró con la lentitud de captación de algunas personas. Tampoco se irritó por sus múltiples preguntas y la necesidad de repetir las mismas respuestas varias veces hasta que entendieran y esté contento con la lección que habían aprendido.

   Un ejemplo de este benévolo enfoque es el testimonio del Sahâbii Mu'âwiyah ibn al Hakam al Sulâmî quien dijo:

"Mientras estaba rezando junto al Profeta , uno de los hombres de la congregación estornudó. Entonces dije, 'Yarhamuka Allâh (que Allâh tenga misericordia de ti).' La gente me miró fijamente y dije, '¡Que sea privado de mi madre! ¿Por qué me estáis mirando de esa forma?'. Ellos comenzaron a golpear sus muslos con las manos y cuando me percaté que me estaban diciendo que me calmara, me quede en silencio. El Profeta ¡Que mi padre y mi madre sean sacrificados por él! terminó la oración, y yo no he visto, antes o después ningún maestro mejor que él. ¡Por Allâh ! Él no me reprendió, ni me golpeó, ni tampoco me insultó. Él simplemente dijo: 'Esta oración no debe contener nada de las palabras que el hombre repite todos los días; solamente es el tasbîh, el takbîr, y la recitación del Qur’ân, o palabras a ese efecto’. Yo dije, '¡Oh Mensajero de Allâh! Todavía estoy muy cerca del tiempo de la yâhiliiah (es decir que era un musulmán muy nuevo en el Islâm). Allâh nos trajo el Islâm, pero aún existen entre nosotros algunas personas que van a los adivinos.' El Profeta me dijo: 'Jamás vayáis donde ellos'. Yo dije, en ese momento: 'Y también existen algunas personas supersticiosas'. Él dijo: 'Eso es sólo algo que imaginaron,(las supersticiones), no debería impedirles seguir adelante con sus planes'”.[2]

   Otra de las características de la exitosa divulgadora del Islam y uno de los métodos más atractivos e influyentes que puede utilizar es el de no confrontar directamente a los pecadores con sus actos, o aquellos que fracasan con sus defectos. Ella es preferentemente suave en su acercamiento. Cuando se dirige a otras personas solamente les insinúa su maldad o defecto indirectamente en vez de expresárselo bruscamente. Y les pide de manera gentil y sensata que se libren de todos los actos malos, o errores que puedan tener. Ella además, es cuidadosa para no herir sus sentimientos o apartarlas de su da'uah. Este sensato y benévolo acercamiento es el más efectivo para tratar enfermedades sociales, morales y quejas psicológicas. Por otra parte, fue el método seguido por el Profeta , como lo relató 'Âishah, que Allâh esté complacido de ella:

"Cuando el Profeta escuchaba que alguien había hecho algo equivocado, él no decía 'Qué ha hecho de malo fulano?’. Más bien decía: '¿Qué es lo que está mal en algunas personas que ellos dicen tal y cual cosa....?’". [3]

   Otro rasgo importante que le garantizará el éxito a la dâ'i, es el de hablar claramente a sus oyentes, y repetir sus palabras sin aburrirlos hasta asegurarse de que la hayan comprendido y de que sus palabras han alcanzado sus corazones. Esto es lo que el Profeta acostumbraba hacer, tal como dijo Anas :

"El Profeta solía repetir tres veces las cosas cuando hablaba para que fueran  comprendidas. Cuando se acercaba a la gente, los saludaba con el salâm tres veces".[4]

'Âishah, que Allâh esté complacido con ella, dijo:

"El discurso del Profeta era muy claro. Todo el que lo escuchaba, lo comprendía".[5].


[1]  Bujâri y Muslim. Ver Riyâd al Salihîn, 374, Kitâb al adâb, bâb fi'l wa'z wa'l iqtisâd fihî.
[2]  Sahîh Muslim, 5/20, Kitâb al masâyîd, bâb tahrîm al kalâm fi'l salâh.
[3]   Hayât al Sahâbah, 3/129.
[4] Fath al Bârî 1/188, Kitâb al 'ilm, bâb man a'ada al Hadîzzalâthan li yufham 'anhu.
[5]  Relatado por Abû Dâûd, 4/360, Kitâb al adâb, 21; su isnâd es sahîh.
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